El Santo del día
5 de febrero
Santa Águeda
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Oración a Santa Águeda
Oh Santa Águeda, valiente mártir y fiel discípula de Cristo, te invocamos con profunda devoción en este momento de oración. Admiramos tu coraje y fortaleza ante la persecución, y buscamos tu valiosa intercesión en nuestras vidas.
Santa Águeda, modelo de pureza y fidelidad, ayúdanos a vivir vidas dignas del Evangelio. Inspíranos a mantenernos firmes en la fe, incluso en medio de las pruebas y dificultades.
Te pedimos, Santa Águeda, que intercedas por nosotros ante el Señor, especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales]. Concédenos la gracia de la fortaleza espiritual y la perseverancia en la fe.
Que tu ejemplo de amor inquebrantable por Cristo y tu valentía ante el sufrimiento nos guíen en nuestro caminar diario. Ruega por nosotros, Santa Águeda, para que podamos seguir el camino de la santidad y alcanzar la vida eterna junto a Dios.
Por la intercesión de Santa Águeda, confiamos en la bondad y misericordia divinas.
Amén.
Aunque por capricho del procónsul de Sicilia, Quintianus, fue entregada a Afrodisia, la más reconocida proxeneta de Catania para que la forzara a prostituirse con todos los hombres que iban a su lupanar, la hermosa y joven Águeda –procedente de una de las familias más acaudaladas y respetadas de la región– mantuvo su promesa de guardar su virginidad para Jesucristo, a quien se la había prometido desde muy niña. En vista de que no logró quebrantar su voluntad, Quintianus –que desde tiempo atrás trataba de seducirla a la fuerza–, la encerró en una mazmorra y ordenó que le fueran cercenados los senos, pero luego de ser ejecutada su orden –durante la noche–, se le apareció san Pedro en su celda, la curó y sus senos quedaron intactos. La noticia que trascendió los límites de la ciudad generó una enorme romería alrededor de la prisión y cuando el tirano se enteró, hizo que la revolcaran desnuda sobre un piso lleno de vidrios y muchos de los curiosos, que se admiraban de su tenacidad y estoicismo, se convirtieron inmediatamente, lo cual generó tanta ira en Quintianus, que la condenó a morir sobre las brasas y Águeda expiró alabando a Dios el 5 de febrero del año 251.
La voluntad popular la convirtió inmediatamente en objeto de veneración y, por ello, cuando un año después, el magma liberado por una terrible erupción del Etna amenazaba con destruir a Catania, el manto que cubría su tumba fue llevado en procesión por los ciudadanos hasta las puertas de la villa y tras ser tendido en el suelo, el río de lava se detuvo. Desde entonces cuando ruge el Etna, santa Águeda lo calma.
Pero también, por su valentía, santa Águeda fue declarada patrona de las mujeres en general y de las enfermeras en particular. Por eso hoy 5 de febrero, todas aquellas mujeres que sufren y enfrentan con estoicismo un cáncer de seno, deben ponerse en manos de santa Águeda para que gracias a su mediación y por los méritos de su sufrimiento, Dios les devuelva la salud.