El Santo del día
30 de abril
San Pío V
Todavía no se tenían noticias sobre la suerte de la Armada comandada por Don Juan de Austria (hermano del rey Felipe II de España), que pretendía detener a los otomanos cuyo comandante, Alí Pachá, había amenazado con llegar hasta Roma al mando de cien mil hombres y convertir las iglesias de la Ciudad Eterna en caballerizas. El papa Pío V estaba preocupado con razón y por eso oraba constantemente en las calles acompañado de miles de romanos. Eran ya las cinco de la tarde de ese 7 de octubre de 1571 y de pronto el papa, como atraído por una fuerza misteriosa, se quedó ensimismado mirando las nubes y al cabo de unos minutos, pleno de satisfacción, les dijo a los cardenales que lo acompañaban: “Demos gracias a Dios, por la victoria que ha concedido a los ejércitos cristianos”. En efecto, a miles de kilómetros de distancia, mientras tenía esa visión, sus huestes aplastaban a los turcos en la batalla de Lepanto, en la que Miguel de Cervantes quedó con un brazo inutilizado.
Antonio Miguel Ghislieri (nacido en Bosco, Italia, el 17 de enero de 1504), creció en la campiña de su ciudad natal pastoreando las ovejas de su padre y en el silencio de esas praderas, afinó el oído para escuchar la voz de Dios, al que se entregó sin condiciones por medio de la oración, la alabanza y la meditación constantes. Convencido de su vocación, ingresó a la orden de los dominicos a los 14 años y muy pronto se destacó por su devoción, obediencia y liderazgo natural que sin pretensiones, ejercía sobre sus compañeros. En 1528, recibió la ordenación sacerdotal en Génova y además de enseñar filosofía y teología, fue maestro de los novicios y prior de varios conventos.
La fogosa defensa –teológicamente impecable–, que hacía de la fe para combatir la doctrina protestante que poco a poco se desparramaba por toda Europa, llamó la atención del papa Pablo IV, que lo nombró Defensor de la Fe y obispo de la diócesis de Sutri y Nepi. Su fecunda labor episcopal fue premiada por el mismo pontífice al imponerle el capelo cardenalicio en 1557. Tras la muerte de su mentor, permaneció a la sombra porque tuvo diferencias con el siguiente papa, Pío IV, que lo alejó de Roma, a la que volvió cuando falleció este pontífice y dado su prestigio y fama de austeridad, fue elegido sucesor de san Pedro el 7 de enero de 1566 y adoptó el nombre de Pío V.
Una vez instalado en el solio pontificio, Pío V conservó su hábito blanco de dominico (desde entonces los papas usan la sotana blanca) y se dio a la tarea de aplicar las reformas decretadas por el Concilio de Trento, finalizado tres años antes. Prohibió a los prelados, priores, abades y sacerdotes que se alejaran de sus sedes sin permiso. Por la dispersión litúrgica de la misa que cambiaba de región a región, introdujo el Misal Romano Universal, que unificó los ritos de la eucaristía en todo occidente, lo sincronizó con un nuevo Breviario (el Romano) y así logró uniformar todas las plegarias de los oficios. A continuación Pío V promulgó el Catecismo Romano, que fue la guía teológica de los católicos hasta la publicación, en 1999, del nuevo catecismo de san Juan Pablo II.
Pío V afirmó férreamente la autoridad papal sobre todos los reyes europeos, excepto sobre Isabel I de Inglaterra, a la que no pudo someter y por eso la excomulgó en 1570; se enfrentó con denuedo a los turcos, quienes después de su derrota en Lepanto, desistieron de invadir a Europa. Extenuado por el ayuno, la penitencia y su gigantesca labor reformadora, san Pío V, murió a los 68 años en 1572 y fue canonizado por Clemente XI, en 1712. Por eso hoy, 30 de abril, día de su festividad, pidámosle a san Pío V, que nos ayude a reformar con valentía nuestras vidas para la gloria de Dios.
Oración Santa San Pío V
Oh San Pío V, Papa y defensor de la fe, te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios. Tu amor y fidelidad a la Iglesia, tu dedicación a la oración ya la enseñanza de la verdad, nos inspiran a seguir tu ejemplo en nuestra propia vida. Danos la gracia de ser valientes en nuestra fe, de estar siempre dispuesto a defender la verdad y de luchar contra todo lo que nos aleje del camino de Dios. Ayúdanos a perseverar en la oración, especialmente en los momentos de prueba y dificultad. San Pío V, quien guiaste a la Iglesia con sabiduría y humildad, ayúdanos a ser fieles discípulos de Cristo ya vivir nuestra fe con autenticidad y coherencia. Que nuestras acciones y nuestras palabras reflejen siempre la verdad y el amor de Dios. Te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios y que nos ayudes a vivir nuestra fe con alegría y esperanza, como lo hiciste tú en tu propia vida. Que podamos seguir tu ejemplo y alcanzar algún día la gloria del cielo. Amén.