El Santo del día
29 de abril
Santa Catalina De Siena

Ya hacía más de 70 años que Roma estaba sin obispo, porque la silla de san Pedro se la había llevado a la fuerza para Avignon el rey de Francia, Felipe IV (El Hermoso), desde el año 1309 y Gregorio XI, que era el séptimo papa en ocuparla en ese exilio, se debatía entre el deber apostólico de regresarla a la Ciudad Eterna, su asiento natural, o dejarla allí a merced de la voracidad del monarca y del presuntuoso colegio cardenalicio –con mayoría francesa–, que más parecía una mundana corte real, que un principado de la Iglesia. Entonces Catalina de Siena emprendió viaje hacia la sede usurpadora en 1376 y dado su prestigio, el Santo Padre la recibió inmediatamente pero se mostró dubitativo ante la tenaz solicitud de la santa. A pesar de los contundentes argumentos que esgrimía Catalina, Gregorio XI aún vacilaba hasta que ella le dijo: “Su Santidad, cumpla la promesa que le hizo a Dios”. El papa se quedó estupefacto, porque sí había hecho tal promesa y la mantuvo en secreto, por lo que dedujo que a través de ella, el Señor le ordenaba volver a Roma y así lo hizo poco después.
Catalina Benincasa (nacida el 25 de marzo de 1347, en Siena, Italia) procedía del seno de una familia numerosa y de escasos recursos, pero rebosante de amor y de piedad religiosa. Por eso desde muy niña se dedicó a la contemplación, a la oración y a los siete años hizo votos personales de castidad y retirada en un lugar apartado de su casa pasaba la mayor parte del día y de la noche en oración y ayuno, lo que preocupaba a su familia, cuya madre, cuando ya ella contaba doce años, empezó a buscarle marido –como era la usanza de la época–, pero Catalina para cerrarle las puertas al matrimonio, se cortó el cabello y pidió permiso para ingresar al convento de las Terciarias Dominicas. Con el permiso de su bondadoso padre, fue la primera mujer soltera admitida en esta orden que era para mujeres maduras y viudas, dedicadas a atender a los pobres.
A continuación, Catalina de Siena se encerró en una celda por tres años y solo hablaba con Dios y con su confesor, hasta que en una visión Jesucristo le ordenó que saliera a ejercer su apostolado en la calle y a mediar en los conflictos políticos que despedazaban y recomponían constantemente ese mosaico de pequeños estados en que estaba fraccionada Italia, objetivo que logró con creces, pues gracias a su arbitraje diplomático, se firmaron muchos acuerdos de paz, que estabilizaron las volátiles relaciones que existían entre ellos. Además con su mediación, logró evitar un cisma en la Iglesia, porque los cardenales descontentos (que anularon la elección del papa y lo reemplazaron con Clemente VII), después de escucharla, restituyeron al depuesto, Urbano VI.
Entretanto sus milagros se derramaban sobre buenos y malos, y ricos y pobres, especialmente cuando se hizo cargo de las víctimas de la peste que en ese entonces se apoderó de la región; asistía con abnegación a los enfermos, sanaba a los que podía y a los muertos los enterraba con sus propias manos. A su alrededor se fue formando un pequeño grupo de discípulos –incluido su biógrafo, Raymundo de Capua, que era su confesor y luego fue el superior de los Dominicos– que bebían de su sabiduría, y como Catalina de Siena no sabía escribir (pero aunque no reconocía las letras, aprendió a leer con fluidez en latín e italiano, sin que nadie le enseñara), les dictaba las cartas y los documentos que conformaron su admirable obra, en la que se destacan su libro cumbre: Diálogo de la Divina Providencia, y cerca de 400 epístolas y 26 oraciones. Exuberante de espíritu, pero minada físicamente, el 29 de abril de 1380, a los 33 años, santa Catalina de Siena, murió súbitamente en Roma. Fue canonizada por el papa Pío II, en 1461. El papa Pablo VI, le otorgó el título de Doctora de la Iglesia en 1970 y san Juan Pablo II, la proclamó Santa Patrona de Europa, en 1999. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a santa Catalina de Siena, que nos ayude a poner orden, en donde haya disensión.
Oración Santa Catalina De Siena
Oh Santa Catalina de Siena, modelo de santidad y amor por Cristo, te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios. Tu ejemplo de vida dedicada al servicio de Dios ya la ayuda a los demás nos inspira a seguir tus pasos en nuestro propio camino de fe. Ayúdanos a crecer en la oración y en el amor a Cristo, como lo hiciste tú en tu vida. Danos la fuerza y la sabiduría para discernir la voluntad de Dios en nuestra vida y para seguir adelante con valentía y confianza. Santa Catalina de Siena, quien fuiste una luz en la oscuridad para tu pueblo, ayúdanos a ser una luz en el mundo de hoy, irradiando la esperanza y el amor de Cristo a aquellos que nos rodean. Te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios y que nos ayudes a seguir adelante en nuestra fe, incluso en los momentos difíciles. Que podamos seguir tu ejemplo y llegar algún día a la gloria del cielo, donde podamos alabar a Dios por toda la eternidad. Amén.