El Santo del día
21 de abril
San Anselmo, Doctor De La Iglesia
Después de resolver los asuntos pendientes de la Iglesia de Inglaterra, se daba por descontado que el Concilio Nacional de Westminster, reunido en 1102, debía finalizar, pero antes de clausurarlo, Anselmo el arzobispo de Canterbury, que presidía la sesión, instó a los obispos reunidos a que se pronunciasen contra la esclavitud –algo impensable para la época– y obtuvo de ellos la condenación sobre la venta de los esclavos como animales y en el mismo documento, se exhortaba a los señores feudales a que los tratasen con indulgencia, respeto y misericordia; además en la declaración se hacía constar que ellos también eran hijos de Dios y por lo tanto, acreedores de la salvación. Este revolucionario manifiesto fue el primero de su género en la historia.
Aunque su padre (un noble rico), pretendía que fuera militar o se dedicara a la buena vida –como todos los de su clase–, la mente joven de Anselmo, (nacido en Aosta, Italia, en 1033), daba vueltas todo el tiempo sobre la naturaleza de Dios y la reconciliación entre fe y razón. Y a desentrañar ese misterio, que fue su gran obsesión, dedicó toda su existencia, lo que le valió el título de Doctor Magnífico de la Iglesia. A los 27 años ingresó al convento de los benedictinos en Bec y después de tres años de duro aprendizaje sucedió en el cargo de prior a su mentor, Lanfranco, cuando éste fue nombrado abad –con dominio sobre varios claustros en Europa e Inglaterra–, luego lo reemplazó en esas funciones en la abadía al ser consagrado Lanfranco, arzobispo de Canterbury y a la muerte de su maestro, lo sustituyó también como primado de Inglaterra.
Una vez instalado en 1093 como arzobispo de Canterbury, Anselmo tuvo que empezar a luchar con denuedo para mantener a la Iglesia independiente de la voracidad de los reyes, primero, de Guillermo el Rojo y luego, de Enrique I, que intentaron adueñarse de las rentas de todas las abadías, monasterios, iglesias y catedrales y para alcanzar su cometido, los monarcas se arrogaron el derecho de nombrar a sacerdotes, abades, priores, obispos y arzobispos afectos a sus intereses, sin contar con el papa, a quien por derecho propio, correspondía estas designaciones. Anselmo se paró en la raya y aunque fue desterrado en varias oportunidades, siempre volvía con más bríos, hasta que pudo meter en cintura a Enrique I, que so pena de excomunión, se comprometió a respetar los fueros del papa y de su representante en Inglaterra.
Mientras todo esto ocurría, Anselmo desplegaba, además, su aguda inteligencia para crear una doctrina sobre la esencia y naturaleza de Dios y sobre la fe y la razón, que compiló en dos libros monumentales: El Monologión y El Proslogión, que se constituyeron en la base de la filosofía escolástica sobre la que se movió la Iglesia a partir de ese momento. Abrumado por sus responsabilidades y por el deterioro físico causado por los permanentes ayunos, se fue paralizando hasta que la muerte lo sorprendió el 21 de abril de 1109, miércoles Santo; el papa Clemente XI, lo canonizó y al mismo tiempo lo declaró Doctor Magnífico de la Iglesia en 1720. Por eso hoy, 21 de abril, día de su festividad, pidámosle a san Anselmo, que nos ayude a comprender, que la fe, que pasa a través de la razón, nos pone en la presencia de Dios.
Oración a San Anselmo
Oh San Telmo, defensor de la fe del Señor Jesús, escucha mi oración y ayúdame en mi camino de fe. Que tu ejemplo de valentía y firmeza en la fe, nos guíe y nos dé fuerza para resistir las tentaciones del mal y las adversidades de la vida. Te pido que intercedas por mí ante el Señor Jesús, para que me conceda la gracia de mantener mi fe siempre firme y creciente, y para que me defienda de todo mal. Que tu protección me cubra en todo momento y lugar, y que tu intercesión me obtenga las gracias que necesito para perseverar en la fe y crecer en santidad. Amén.