El Santo del día
10 de febrero
Santa Escolástica
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Oración a Santa Escolástica
San Miguel Febres Cordero, apóstol de la educación y defensor de la fe, acudo a ti con respeto y devoción. Admiramos tu entrega al servicio de Dios y de la juventud, inspirándonos a seguir el camino de la virtud y la sabiduría. Oh San Miguel Febres Cordero, guía y protector de los educadores, intercede por nosotros ante el trono divino. Te pedimos especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales], confiando en tu poderosa intercesión. Inspíranos a seguir tu ejemplo de dedicación y pasión por la enseñanza y la formación integral de las personas. Que podamos, como tú, ser instrumentos de luz y conocimiento en este mundo. San Miguel Febres Cordero, modelo de paciencia y servicio, ruega por nosotros para que podamos vivir conforme a los valores cristianos y ser testimonios vivos de la fe en acción. Por tu intercesión, confiamos en la bondad y misericordia divinas.
Amén.
Cuando se enteró de que Benito había fundado un convento en la cima de Montecasino, Escolástica (nacida en Nursia alrededor del año 480), se fue tras él y siguiendo su ejemplo, se recluyó en una casa –que ella misma construyó al pie de la montaña–, la que poco a poco se fue llenando de mujeres jóvenes que abrazaban su ideal de oración, de recogimiento y contemplación. Adoptó entonces las reglas que para su monasterio había impuesto su hermano gemelo, Benito, y gracias a esa armoniosa conjunción mística, se sentaron las bases de un poderoso movimiento monacal, que muy pronto se extendió por toda Europa desde principios del siglo VI.
Durante muchos años los hermanos fueron vecinos pero sólo se encontraban cada año en una casucha a medio camino entre los dos conventos para orar juntos y alabar a Dios e intercambiar directrices que habrían de aplicar en sus comunidades. En su encuentro anual del 547, el fervor y el arrobo místico de ambos hizo que la velada fuera inolvidable; al caer la noche, Benito decidió volver a su monasterio, pero Escolástica le pidió que continuaran orando juntos hasta el amanecer. Como él se negaba a quedarse, ella se sumió en una sentida plegaria, tras la cual se desató una feroz tormenta que le impidió a Benito retornar a su convento y entonces permanecieron alabando y dando gracias a Dios por esa señal divina. Tres días después, el 10 de febrero, Escolástica murió beatíficamente.
Desde entonces los habitantes de la región se encomiendan a la intercesión de santa Escolástica para obtener lluvia en las épocas de sequía y aún, además, invocan su protección contra los rayos y las tormentas. Por eso hoy 10 de febrero –fecha de su festividad– debemos reflexionar sobre el poder de la oración, la cual siempre es atendida por Dios, cuando nace de un corazón profundamente humilde y sincero.