El Santo del día
4 de febrero
San Andrés Corsini
Oración a Oración a San Andrés Corsini
Oh glorioso San Andrés Corsini, siervo fiel de Dios y ejemplo de santidad, hoy acudo a ti con humildad y devoción. Tú, que viviste una vida de virtud y dedicación al servicio de Dios, intercede por nosotros ante el trono divino. San Andrés Corsini, pastor solícito de las almas, ruega por nosotros para que podamos seguir tu ejemplo de amor y entrega a Dios. Ayúdanos a crecer en la fe, la esperanza y la caridad, para que podamos ser testigos de la gracia divina en nuestras vidas. Te pedimos especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales]. Concédenos la gracia de superar las dificultades y alcanzar la paz y la alegría en nuestra jornada terrenal. San Andrés Corsini, modelo de humildad y paciencia, te encomendamos nuestras vidas. Guíanos por el camino de la santidad y acompáñanos en nuestro peregrinar hacia la vida eterna. Por la intercesión de San Andrés Corsini, confiamos en la bondad y misericordia de Dios.
Amén.
A pesar de que su tío Juan trató de convencerlo de que no abrazara la vida religiosa y lo tentó con fiestas y mujeres de toda laya, Andrés terminó convirtiéndolo a él. Y es que Andrés Corsini, proveniente de una de las familias más ricas y prestigiosas de Florencia, fue disoluto buena parte de su juventud, por lo que su madre Gema Stracciabende, lloraba, oraba y suplicaba para que su hijo cumpliera la promesa –que ella le había hecho a la Virgen, antes de nacer él– sobre la consagración de su vida al servicio de Dios. En efecto su oración fue escuchada.
Hastiado y arrepentido, Andrés Corsini (nacido en Florencia, el 30 de noviembre de 1302), ingresó a la Orden de los Carmelitas y luego de su ordenación sacerdotal regresó a Florencia, ciudad que en ese momento padecía la peste negra y él se dedicó a enterrar muertos y a asistir con devoción y humildad a los enfermos, muchos de los cuales se curaban cuando Andrés Corsini les imponía sus manos. Entonces la fama de su santidad se extendió y por ello fue consagrado en 1348, obispo de Fiesole –contra su voluntad, porque no se sentía digno y se refugió en el convento de los cartujos, pero un niño lo delató– y durante 24 años en su diócesis, fue ejemplo de austeridad y misericordia, las mismas que les exigía a sus sacerdotes.
Su espíritu conciliador –siempre acudían a él para resolver sus diferencias–, convirtió a Andrés Corsini en el mediador por excelencia en todos los conflictos, incluido el protagonizado por las dos familias más poderosas de Bolonia (históricamente irreconciliables), a las que unió mediante un tratado de paz que aún hoy es recordado en esa ciudad, cada 4 de febrero, fecha en la que el papa Urbano VIII, canonizó en 1629 y que desde entonces es su festividad oficial, la misma que con especial devoción, se celebra en la iglesia del Carmen de Florencia, Italia, en la que reposan sus restos.
Por eso, hoy es una inmejorable oportunidad para pedirle a san Andrés Corsini, que así como tuvo la paciencia y la humildad suficientes para mediar entre dos bandos a punto de irse a la guerra, interceda para que desarmemos los espíritus y podamos así alcanzar la paz que soñamos y esperamos.