El Santo del día
14 de febrero
Santos Cirilo y Metodio
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Oración a Cirilo y Metodio
Oh Santos Cirilo y Metodio, apóstoles de los eslavos y defensores de la cultura y la fe cristiana, acudimos a ustedes con humildad y devoción. Admiramos su valiente labor en la propagación del Evangelio y la promoción del conocimiento en las tierras eslavas. Santos Cirilo y Metodio, intercedan por nosotros ante el trono divino. Te pedimos especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales], confiando en su poderosa intercesión. Inspíranos a seguir su ejemplo de amor por la verdad y el deseo de compartir el mensaje redentor de Jesucristo con aquellos que aún no lo conocen. Oh Santos Cirilo y Metodio, patronos de los escritores y educadores, rueguen por nosotros para que podamos ser instrumentos de la verdad y la luz en este mundo. Por su intercesión, confiamos en la gracia y misericordia divinas.
Amén.
En su extenuante evangelización por los países eslavos, Cirilo y Metodio se detuvieron en Quersoneso (actual Crimea), para visitar el acantilado desde el cual había sido lanzado al mar el papa Clemente, con un ancla atada al cuello en el año 97 y durante largo rato permanecieron embebidos en la oración, cuando de pronto observaron que una parte del mar se retrajo y dejó al descubierto una osamenta que irradiaba una extraña claridad con una áncora al lado y ellos tuvieron la certeza de que pertenecía al cuarto sucesor de san Pedro. Piadosamente la recogieron y cuando la noticia llegó a Roma, el papa Adriano II les ordenó a los dos misioneros que llevaran esas reliquias a la Ciudad Eterna, lo que hicieron sin dilación; cuando llegaron, el pueblo entero se volcó a las calles y en peregrinación las reliquias fueron depositadas con toda solemnidad en la Basílica de San Clemente.
No obstante Cirilo y Metodio fueron recibidos con frialdad, porque una parte de la Iglesia eslava los acusaba de herejía, dado que ellos celebraban la eucaristía y entonaban todas las oraciones litúrgicas en la lengua nativa, lo que a todas luces –según sus contradictores–, iba en contravía de la tradición eclesial, pero Cirilo y Metodio demostraron que la mejor manera de evangelizar era hablándoles a los feligreses en su idioma y adoptando sus costumbres. El papa Adriano II, no sólo los absolvió sino que además de ponerlos de ejemplo, ordenó sacerdote a Metodio, y a Cirilo que ya lo era, quiso nombrarlo obispo, pero él no aceptó y pidió permiso para retirarse a un convento, mas no tuvo tiempo de hacerlo, porque a los pocos días, el 14 de febrero del 869, murió en la misma Roma y fue enterrado junto al papa que había traído a casa.
Los hermanos Metodio y Cirilo (nacidos en el 815 y en el 827, respectivamente), fueron educados con esmero por su padre, León, que además de comandante militar de Tesalónica, era un respetado filósofo de acendrada devoción cristiana, que influyó en la formación de ambos: Metodio se graduó de abogado y por mérito propio –siendo aún muy joven–, fue nombrado gobernador de Macedonia, mientras que Cirilo siguió los pasos de su padre y a la muerte de éste –cuando él apenas contaba 14 años–, se fue a Constantinopla. Allí culminó sus estudios de lingüística, filosofía y teología, fue ordenado sacerdote en el 847 y se familiarizó con las doctrinas de los Padres de la Iglesia. A pesar de que le ofrecieron una sustanciosa cátedra, decidió retirarse a un monasterio, pero la emperatriz le ordenó volver y entonces lo nombraron bibliotecario patriarcal de la basílica de Santa Sofía, secretario del Consejo Apostólico y profesor de teología y filosofía.
Entretanto su hermano Metodio –hastiado de la política–, renunció a la gobernación de Macedonia y se recluyó en un monasterio junto al mar de Mármara y Cirilo oprimido por el libertinaje de la capital imperial, se escabulló y llegó al mismo convento; juntos se dedicaron al ayuno, la oración y la penitencia, pero por solicitud de la emperatriz Teodora, a instancias del papa, los dos hermanos fueron enviados a catequizar a los eslavos y recorrieron las costas del Mar Negro, Crimea y otras regiones del Cáucaso, evangelizando a las tribus eslavas que aunque católicas no digerían las enseñanzas y por eso Cirilo se inventó el alfabeto que lleva su nombre y con él, pudo traducir a las lenguas nativas la Biblia y todo el canon de la Iglesia. Como era de esperarse, la cosecha misionera desbordó las expectativas, pero el clero de la región los acusó de herejes y por eso cuando llegaron a Roma con los restos de san Clemente, san Cirilo y san Metodio, fueron juzgados y absueltos.
Tras la muerte de Cirilo, Metodio fue nombrado arzobispo de Moravia y Serbia, pero al cabo de algunos años –porque continuó con la misma metodología evangelizadora–, fue encarcelado durante dos años por sus contradictores y el papa Juan VIII, tuvo que acudir a la amenaza de excomunión, para lograr su liberación, tras la cual, Metodio se reintegró a su arzobispado, catequizó a buena parte de Polonia, Croacia, Ucrania, Moravia y Servia; cuando empezaron a menguar sus fuerzas volvió a Constantinopla y allí murió el 6 de abril del año 885. San Cirilo y san Metodio fueron canonizados por el papa León XIII, en 1880 y san Juan Pablo II, los nombró Copatronos de Europa, en 1980. Por eso hoy, 14 de febrero, día de su festividad, pidámosles a los santos Cirilo y Metodio, que nos ayuden a encontrar el lenguaje adecuado para evangelizar a los escépticos.