El Santo del día
18 de febrero
Santa Bernardita Souvirous
Oración a Santa Bernardita
Oh Santa Bernardita Soubirous, humilde vidente de la Virgen María en Lourdes, acudo a ti con confianza y devoción. Admiramos tu sencillez y pureza, así como tu amor por Nuestra Señora. Santa Bernardita, intercede por nosotros ante el trono divino. Te pedimos especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales], confiando en tu poderosa intercesión. Inspíranos a vivir con la misma fe y humildad que demostraste cuando la Virgen María se te apareció. Que podamos experimentar la ternura de su presencia maternal en nuestras vidas. Oh Santa Bernardita, testigo de la gracia divina, ruega por nosotros para que podamos ser receptivos a los mensajes de amor y esperanza que la Virgen María nos trae. Por tu intercesión, confiamos en la gracia y misericordia divinas.
Amén.
Como el molino en donde vivían y trabajaba su papá fue cerrado debido a una larga sequía, la familia se trasladó a un viejo calabozo de la cárcel –que estaba clausurada– y en un espacio menor a cuatro metros cuadrados, Bernardette Soubirous tuvo que acomodarse con sus padres y cuatro hermanos; de ahí que no resulta extraño que por su desnutrición, –a más de superar un ataque de cólera–, contrajera asma crónica y luego tuberculosis.
No obstante sus dolencias y limitaciones, Bernardette Sobirous (nacida en Lourdes el 7 de enero de 1844), buscó al párroco Abbe Arder, de la población de Bartres, para la catequesis de la primera comunión pero ante el hecho de que –a pesar de su probada devoción–, no entendía las enseñanzas (pues no sabía leer ni escribir) el sacerdote paciente y emocionado exclamó alguna vez frente a sus amigos que: “Cuando la Virgen quiere aparecerse en la tierra, escoge para hacerlo, a niños como Bernardette Soubirous”. Y en 1858, esta profecía se cumplió.
El 11 de febrero de ese año, mientras Bernardette Soubirous buscaba leña junto al río Gave, a la entrada de una pequeña gruta, se le apareció sobre un rosal, una joven de túnica blanca y cinturón azul con la que entonó el rosario y luego, la hermosa mujer, la invitó a repetirlo con ella en los días siguientes y a la misma hora. En una de las 18 apariciones, le ordenó escarbar en el fondo de la gruta y de allí surgió una cristalina y milagrosa fuente de agua, que aún hoy sigue curando enfermos. En otra oportunidad –el 25 de marzo–, la hermosa mujer, le reveló que ella era la Inmaculada Concepción.
Al poco tiempo de haber culminado el ciclo de apariciones, el obispo de Nevers puso a Bernardette Soubirous, al cuidado de las Hermanas de la Caridad, pero aunque ella quería profesar sus votos religiosos, por su frágil salud y la falta de preparación no fue admitida en principio y en su defecto, le asignaron duras tareas que ella cumplía con amor, humildad, devoción, en silencio y en permanente oración. Apenas en 1867 a los 23 años, fue por fin aceptada con el nombre de sor María Bernarda y a pesar de sus enfermedades, seguía cumpliendo con sus pesadas obligaciones con amor y alegría, hasta que su cuerpo la venció el 16 de abril de 1879, cuando expiró a sus treinta y cinco años, mientras rezaba el rosario.
Al canonizarla el papa Pío XI, en 1933, dijo que “aunque siempre se ha asociado a santa Bernardita con la Virgen de Lourdes, su santidad es personal y radica en que siempre pidió por los demás, nunca por ella, demostrando así, su generosidad, un inmenso amor por el prójimo y una confianza absoluta en la Virgen”. ¿En quién confiamos nosotros?