El Santo del día
20 de abril
San Telmo
En vista de la dureza de los sermones en los que condenaba la laxitud moral y el desenfreno del ejército del rey Fernando III de Castilla (El santo), que intentaba expulsar de España a los moros, algunos oficiales se conjuraron para desenmascarar al “santo de papel”, como lo llamaban ellos. Entonces enviaron a una hermosa prostituta para que lo sedujera y ella en actitud provocativa entró a su tienda de campaña, ligera de ropas. El padre Pedro González Telmo, sin perder su aplomo, desparramó un haz de leña sobre su cama, le prendió fuego, se tendió sobre el lecho ardiente e invitó a la mujer para que se acostara a su lado; como era lógico, la ramera salió despavorida y los militares que esperaban afuera el desenlace, al entrar a la carpa vieron al capellán arrodillado sobre las brasas, tocándolas con su frente y entonando salmos. Al cabo de un rato se incorporó sin quemaduras y con su hábito intacto, mientras los tizones continuaban encendidos sin chamuscar las sábanas.
Pedro González Telmo (nacido en Frómista, España, en 1190), desde muy niño fue confiado a su tío el obispo de Palencia, que al notar su fluidez verbal y su aguda inteligencia, lo educó con esmero; se graduó como doctor en Teología y Sagradas Escrituras, lo que de hecho le abría el camino hacia una promisoria carrera eclesiástica, que comenzó –luego de ordenarse sacerdote–, como canónigo de la catedral; al poco tiempo, asumió el cargo de Deán –segundo de a bordo del obispo–, pero el día de su posesión oficial, mientras desfilaba por las calles de Palencia, su caballo se encabritó, lo arrojó a un lodazal y aunque salió ileso, su ego quedó tan magullado, que renunció al mundo e ingresó al convento de los dominicos, como fraile raso. En adelante, fue el más modesto de los monjes y se destacó por su obediencia y humildad. Pero dada su elocuencia, sus superiores enviaron a fray Telmo a predicar y las plazas quedaban pequeñas para su audiencia, por ello fue designado capellán del ejército del rey, hasta que aquella amarga experiencia con la prostituta, le dejó claro, que estaba en el lugar equivocado.
Fray Telmo, como lo llamaba cariñosamente el pueblo, encaminó entonces su evangelización hacia los marineros y pescadores, población que era muy numerosa, supersticiosa y abandonada; en poco tiempo los organizó en cooperativas, los confesaba en los muelles, asistía y curaba milagrosamente a los enfermos, celebraba eucaristías a la orilla del mar, bendecía a los marineros antes de salir a sus faenas y cuando estaban en peligro en alta mar los navegantes invocaban su protección y Telmo inmediatamente era visto en las proas de los barcos calmando las tormentas. Una vez predicando a una multitud a la orilla del río Miño, se desató tremendo temporal y Telmo levantó sus manos, las nubes se abrieron y el sitio en donde estaban permaneció seco, pero en el área circundante llovió a cántaros, hubo inundaciones, casas descuadernadas y árboles descuajados.
Los prodigios de Telmo se convirtieron en el pan de cada día y fueron tantos, que tras su muerte (ocurrida el 14 de abril de 1246), se contabilizaron 208 milagros en su proceso de beatificación. Fue canonizado por el papa Benedicto XIV, en 1741. Por eso hoy, 20 de abril, día de su festividad pidámosle a san Telmo, que nos enseñe a vencer el ego –como lo hizo él–, para entregarnos a Dios.
Oración a San Telmo
Oh San Telmo, defensor de la fe del Señor Jesús, escucha mi oración y ayúdame en mi camino de fe. Que tu ejemplo de valentía y firmeza en la fe, nos guíe y nos dé fuerza para resistir las tentaciones del mal y las adversidades de la vida. Te pido que intercedas por mí ante el Señor Jesús, para que me conceda la gracia de mantener mi fe siempre firme y creciente, y para que me defienda de todo mal. Que tu protección me cubra en todo momento y lugar, y que tu intercesión me obtenga las gracias que necesito para perseverar en la fe y crecer en santidad. Amén.