El Santo del día
26 de febrero
San Porfirio
Y cuando Porfirio estaba a punto de ser linchado por los paganos que lo señalaban como el culpable de la sequía que azotaba a Gaza, una densa nube que se había acumulado durante la procesión presidida por él, se descargó con intensidad y los campos reverdecieron. Al recuperar sus cosechas, la mayoría de los aldeanos se convirtió al cristianismo. Así culminó el enfrentamiento entre los lugareños que defendían a sus dioses y el obispo que los evangelizaba con celo, penitencia, ejemplo y humildad.
A sus 25 años, este Porfirio (nacido en el año 347), dejó atrás en Tesalónica a su familia, su herencia y se refugió en una gruta en el desierto de Esquela, en Egipto. Cinco años después se instaló en una cueva cerca al río Jordán, desde la que (a pesar de los intensos dolores que sufría a causa del reumatismo contraído por la humedad, las insanas condiciones de su gruta y la magra alimentación que ingería), iba todos los días a los lugares santos de Jerusalén para orar y meditar. Su devoción y piedad empezaron a ser admiradas por los peregrinos que acudían a él, buscando consejo y salud.
Sin pedirle consentimiento, el obispo de Jerusalén lo ordenó sacerdote a los 40 años y poco después, en el año 393, fue consagrado –contra su voluntad– obispo de Gaza, población a la que llegó en medio de las protestas de los paganos, pero su mansedumbre se impuso y tras la rogativa con la que logró el milagro de la lluvia, consiguió la conversión de toda la ciudad y sobre las ruinas de los templos paganos, que la misma gente destruyó, construyó varias iglesias que, en pocos años, ya no daban abasto para contener la devoción de los nuevos cristianos.
Durante muchos años fue formando sacerdotes abnegados que multiplicaron las conversiones y el 26 de febrero del 420, rodeado de sus fieles, murió en olor de santidad e inmediatamente lo convirtieron en patrono de Gaza y sus milagros no se hicieron esperar; desde entonces cuando aparecen las sequías, al ser invocado san Porfirio, regresa el agua. Por eso hoy, día de su festividad, deberíamos pedirle a san Porfirio, que por su intercesión, Dios calme esta sequía espiritual que agobia al mundo y con su agua de vida, reverdezca nuestros corazones.