El Santo del día
22 de junio
San Paulino de Nola
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Oración a San Paulino de Nola
Oh, amado San Paulino de Nola, hoy te recordamos y te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor. Tú, que viviste una vida de entrega y caridad, siendo ejemplo de amor fraterno y generosidad, danos la gracia de vivir en comunión con nuestros hermanos. Ayúdanos a reconocer las necesidades de los demás ya ser instrumentos de consuelo y ayuda en sus vidas. Inspíranos con tu ejemplo de desprendimiento y servicio desinteresado. ¡Ay, San Paulino de Nola, ruega por nosotros!
Amén.
La viuda angustiada por la suerte de su hijo que había sido esclavizado y llevado a África en el año 410, por el yerno de Genserico, rey de los vándalos, pidió al obispo Paulino de Nola que le ayudara a pagar el rescate, pero como la única riqueza que poseía el prelado era su amor por los pobres, se ofreció para ser canjeado por el cautivo y ante los ruegos de la madre –cuenta san Gregorio Magno en su libro Diálogos–, el secuestrador aceptó, lo destinó a cultivar su huerta personal y dada sus buenas maneras, docilidad, humildad y eficiencia, se ganó la estima del gobernante que sorprendido por su sabiduría le pedía consejos frecuentemente. Un día le consultó sobre el futuro del reino y Paulino le dijo que se preparara, porque muy pronto sería rey y que debería actuar con mucho tacto para ganarse el vasallaje de sus cuñados; tal y como dijo, así sucedió. El monarca agradecido quiso premiarlo y entonces Paulino le contó quien era y le pidió que lo dejara volver a su tierra pero con todos sus conciudadanos prisioneros, a lo que el soberano accedió y además le encimó varios barcos cargados de víveres con los que se salvó la ciudad de Nola, de la hambruna que por culpa del invasor había sufrido por varios años.
Poncio Meropio Paulino (nacido en Burdeos, Francia, en el año 353), pertenecía a una de las familias romanas más ricas y poderosas de su época y su preceptor el famoso Ausonio –filósofo, historiador, naturalista, retórico y poeta– lo educó tan esmeradamente que a los 25 años ya era cónsul y luego fue nombrado prefecto de Roma, por el emperador Valentiniano, el mismo que lo envió como gobernador a Campania, pero pronto abandonó la vida pública porque sus intereses económicos estaban en las Galias y España, en donde conoció a Teresa, una noble joven cristiana –heredera de una familia patricia romana– con la que se casó en el 378 y fue en esa etapa de su vida en la que conoció a san Agustín y a san Ambrosio y entabló con ellos una sólida amistad que perduró epistolarmente. La influencia de estos eminentes doctores de la iglesia, más la profunda impresión que recibió en Nola, ante la tumba de san Félix, lo llevó a recibir el bautismo de las manos del obispo de Burdeos, Delfín, entonces, se retiró a Barcelona y empezó a deshacerse de sus riquezas en favor de los pobres y de la Iglesia, se sumió en un fecundo período de oración, recogimiento y se dedicó a servir y auxiliar a los desvalidos.
Al poco tiempo, su esposa dio a luz un hijo que murió a la semana de nacido y entonces de común acuerdo con ella, optaron por vivir en castidad y como hermanos, lo que acrecentó su fama de santidad a tal punto, que en la Navidad del 393, cuando entraban al templo para celebrar la natividad, el pueblo barcelonés lo proclamó sacerdote y el obispo tuvo que consagrarlo, tras lo cual, se radicó en Nola, en unas austeras celdas. Acabó de repartir todos su bienes, embelleció la iglesia y la tumba de san Félix y con su predicación sedujo a los pobladores quienes, al morir el obispo de la ciudad, en el 409, aclamaron a Paulino como su nuevo prelado –fue en esa época en la que estuvo cautivo en África– y durante 21 años, rigió con mano dulce y santa los destinos de la diócesis.
Su bonhomía, la dulzura de su trato y su humildad, marcaron la piedad de los feligreses de Nola y la exquisitez de sus poemas, cartas y sermones, despertaron los mayores elogios de san Martín de Tours, san Agustín y san Ambrosio, quienes lo pusieron de ejemplo para los futuros sacerdotes. En medio de la veneración de sus fieles, murió el 22 de junio del 431. Por eso hoy día de su festividad, pidámosle a san Paulino de Nola, que nos ayude a desprendernos de nuestros bienes y pasiones para entregarnos a Nuestro Señor Jesucristo, sin condiciones.