El Santo del día
25 de abril
San Marcos, Evangelista
El mismo chico que días antes llevaba un cántaro sobre su cabeza y fue seguido por los dos apóstoles hasta su casa en la que el maestro –según sus propias instrucciones–, habría de celebrar la cena pascual, acompañó a Jesús hasta el huerto de Getsemaní y mientras contemplaba la escena en la que Judas entregaba al Hijo del Hombre a los esbirros del sanedrín, uno de ellos lo atrapó y el ágil muchacho se desembarazó de la sábana con la que se cubría y semidesnudo se perdió en la oscuridad, pero repuesto de ese primer impacto, esperó al cortejo agazapado entre unos matorrales y se fue tras él hasta el palacio de Caifás, luego presenció de cerca toda la pasión y muerte de Jesús y compartió con los apóstoles durante los días que siguieron a su resurrección, porque ellos se escondieron en su residencia y allí recibieron las lenguas de fuego el día de Pentecostés, fecha en la que san Pedro lo bautizó. Ese imberbe, que se llamaba Juan Marcos, se encargó posteriormente de escribir el que aparece en el Nuevo Testamento, como el Evangelio de San Marcos.
Juan Marcos, nacido en Cirenaica, en el seno de una acaudalada familia (que se trasladó a Jerusalén, compró el huerto de Getsemaní y construyó junto a él una amplia vivienda, en la que se reunía la élite intelectual y religiosa de la ciudad), se familiarizó desde muy temprano con las distintas corrientes del pensamiento judío que imperaban en esa época y como Jesús –que era amigo de sus padres– los frecuentaba, quedó cautivado por su mensaje y se convirtió en su seguidor incondicional, pero debido a su corta edad, no podía acompañarlo en sus recorridos por la ciudad santa y tenía que contentarse con escucharlo cuando se hospedaba en su casa.
Después de Pentecostés, Marcos se integró a la actividad de los apóstoles. En las predicaciones de Jerusalén y en sus recorridos por toda Judea, fue el entrañable compañero de san Pedro, para quien –de acuerdo con lo que afirmó al final de su primera carta–, Marcos es “Mi hijo”. Dado su celo, devoción y entrega, san Pablo y san Bernabé también se lo llevaron en su primer viaje misionero por Antioquía y Asia Menor. Más adelante evangelizó toda la isla de Chipre, con su tío san Bernabé, al que enterró allí y a continuación se puso al servicio de san Pablo, en sus correrías por las ciudades de Colosas, Venecia y Roma, en donde, además, fue intérprete de san Pedro y consuelo y apoyo de san Pablo, cuando ya estaba prisionero. Tras la ejecución de ambos se dedicó a recopilar las enseñanzas de san Pedro y así nació el Evangelio de San Marcos, el primero en registrar de manera fresca, concisa, vívida y detallada, el último año de la vida de Jesús.
Haciendo gala de una extraordinaria capacidad narrativa, recrea en él, los gestos, actitudes y sentimientos de El Salvador; hace énfasis en su humildad, sufrimiento y decisión de redimir a los hombres por medio de la cruz, pero a la par, relata con precisión y vehemencia los milagros que obra el Maestro y lo hace de esa forma con el fin de demostrar que en efecto Jesucristo es el Mesías e Hijo de Dios. El Evangelio de San Marcos –a pesar de ser el más corto–, fue la fuente de la que se nutrieron san Mateo y san Lucas, para escribir los suyos. En 16 capítulos, san Marcos reúne 105 pasajes de los que san Mateo copia 93, y san Lucas 85; de las 746 frases que contiene el Evangelio de San Marcos, 606 son reproducidas por san Mateo y 320 por san Lucas. En su evangelio, san Marcos consigna 19 profecías sobre el Mesías, cumplidas en Jesús; describe 23 milagros, 27 parábolas y 17 dogmas.
Mientras realizaba esta formidable obra, Marcos viajó a Alejandría, ciudad de la que fue su primer obispo y en ella obtuvo una vasta cosecha de conversiones que preocuparon a las autoridades y por eso, el 25 de abril del año 68, durante la fiesta del dios Serapis, aprovecharon la coyuntura para enviarle una enfurecida horda de paganos que arrastró por las calles a Marcos, hasta convertirlo en una masa sanguinolenta a la que luego intentaron cremar, pero sus seguidores rescataron su cuerpo, lo enterraron piadosamente y en el siglo IX, sus restos fueron depositados en una cripta sobre la que construyeron la catedral de san Marcos, en Venecia, ciudad de la que –desde entonces–, es su santo patrono. Por eso hoy, 25 de abril, día de su festividad, pidámosle a san Marcos, que nos ayude a difundir su evangelio.
Oración San Marcos
Oh San Marcos Evangelista, apóstol de Nuestro Señor Jesucristo y autor del evangelio que lleva tu nombre, te pedimos tu intercesión en nuestra vida. Tu fe inquebrantable y tu amor por la palabra de Dios te llevaron a predicar el Evangelio a través de tu pluma y tus enseñanzas. Danos la gracia de seguir tu ejemplo, para que también nosotros podamos ser testigos fieles de la Palabra de Dios en nuestras vidas cotidianas. Que tu espíritu de fortaleza y perseverancia nos acompañe en nuestras dificultades y en nuestras pruebas. San Marcos Evangelista, te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor, para que podamos crecer en nuestra fe, vivir en la verdad de su palabra y alcanzar la vida eterna. Amén.