El Santo del día
12 de febrero
San Julián el hospitalario
Oración a San Juan el hospitalario
Oh San Julián, generoso hospitalario y protector de los necesitados, acudimos a ti con fe y devoción. Admiramos tu amor incondicional por los enfermos y desamparados, y confiamos en tu intercesión ante Dios. San Julián, ejemplo de caridad y compasión, te pedimos que nos inspires a seguir tu camino de servicio desinteresado. Que nuestras acciones reflejen tu dedicación a aliviar el sufrimiento de los más vulnerables. Te pedimos especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales], confiando en tu poderosa intercesión ante el Señor. Oh San Julián, protector de los enfermos y necesitados, ruega por nosotros para que podamos vivir una vida de amor y servicio a los demás. Intercede por aquellos que sufren y necesitan consuelo. Por tu intercesión, confiamos en la misericordia y bondad divinas.
Amén.
Cuando regresó a su morada luego de una extenuante cacería, Julián encontró en su cama a una pareja. Entonces asumió que su mujer tenía un amante y en medio de la oscuridad mató a ambos. Al darse cuenta de que eran sus padres recién llegados, a los que su esposa había acomodado –para congraciarse con ellos– en su lecho matrimonial, renunció a todo; para expiar su pecado, se dedicó a orar y convirtió su castillo en un hospicio en el que atendía a los enfermos, daba cobijo a los desamparados y servía a todos en silencio y con humildad (lavaba los pies de los peregrinos y curaba a los leprosos), construyó junto al río que pasaba cerca del castillo, una ramada en la que dormía para dejarle espacio, en su casa, a los que le pedían posada.
Reparó una barca abandonada y con ella transportaba a los viajeros de una orilla a otra sin pedir nada a cambio. Una noche en la que Julián oraba en medio de una tempestad, sintió una voz desgarradora que lo llamaba de la otra orilla e inmediatamente tomó la barca, atravesó el río y encontró a un anciano leproso y aterido, al que trajo de regreso a su barraca, lo acostó en su jergón y recostado junto a él, lo revivió con el calor de su cuerpo. De pronto, el viejo comenzó a cambiar de aspecto y se transformó en un ser luminoso que se le identificó como Nuestro Señor Jesucristo. Al otro día, 12 de febrero, su esposa fue a llevarle algo de comer y lo encontró en un éxtasis, del que salió por unos instantes, los suficientes, para narrarle su encuentro con Jesús y luego expiró con una amplia sonrisa.
Desde mediados del siglo VII, la Iglesia celebra su festividad en esta fecha y por lo tanto, hoy es el día propicio, para pedirle al señor que por intercesión de san Julián el Hospitalario, abra nuestros corazones de par en par, para ser hospitalarios y ayudar a todos los que necesitan protección y cobijo.