El Santo del día
5 de agosto
Nuestra Señora de las Nieves
Oración a Nuestra Señora de las Nieves
Oh dulce y amorosa Nuestra Señora de las Nieves, acudimos a ti con devoción y humildad en busca de tu poderosa intercesión. Tú, que con tu manto materno cubres y proteges a todos tus hijos, bendícenos con tu amor y compasión. Oh tierna Madre, proclamada Reina de los Cielos, te pedimos que derrames tus bendiciones sobre nosotros y nos envuelvas en tu manto celestial. Ruega por nosotros ante tu Hijo Jesús, para que podamos experimentar la paz, la esperanza y la gracia en nuestras vidas. Nuestra Señora de las Nieves, tú que fuiste escogida por Dios para ser la Madre del Salvador, enséñanos a decir «sí» a la voluntad divina en cada momento de nuestras vidas. Ayúdanos a perseverar en la fe, a confiar en la providencia divina y a buscar siempre el bien de nuestras almas. Oh María, imagen radiante de pureza y belleza, guíanos por el camino de la santidad y ayúdanos a rechazar el pecado en todas sus formas. Así como cubriste de nieve la colina donde se construyó tu iglesia, cubre nuestros corazones con tu amor, librándonos de todo mal y conduciéndonos hacia la salvación eterna. Madre amorosa, en tus manos depositamos todas nuestras preocupaciones, alegrías y tristezas. Escucha nuestras plegarias y preséntalas ante tu Hijo para que, por tu intercesión, seamos escuchados. Confiamos en tu maternal bondad y en tu amor incondicional. Nuestra Señora de las Nieves, celestial intercesora, te imploramos que no nos desampares en nuestras necesidades. Acompáñanos en nuestro camino terrenal y llévanos a la morada eterna del Padre junto a ti.
Amén.
El papa Liberio (que gobernó la iglesia entre el 352 y el 366), intrigado por el sueño que había tenido la noche anterior, se asomaba insistentemente por la ventana y miraba hacia el monte Esquilino en busca de alguna señal que le corroborara la visión, pero su razón le indicaba que era imposible que nevara justamente en pleno agosto cuando el verano cae a plomo sobre la Ciudad Eterna y la sume en una sofocante canícula que derrite lo que encuentra a su paso. Mientras cavilaba sobre el asunto le anunciaron que su amigo, el senador Juan y su esposa, necesitaban hablar con él urgentemente y entonces abandonó sus pensamientos y los recibió al instante. Aún jadeando, el patricio le contó que en vista de que no tenían herederos, habían decidido legar su cuantiosa fortuna a la Santísima Virgen y cómo no sabían qué hacer para materializar su donación, le pidieron a la Madre de Dios que los orientara; ella se le apareció en sueños al senador Juan y le dijo que en el punto exacto del monte Esquilino, en donde nevara, le construyera una iglesia. El papa Liberio, asombrado, le respondió que esa misma visión no lo había dejado dormir; al unísono los tres, miraron por la ventana y en efecto, en una porción de la colina en cuestión, se delineaba una alfombra de nieve de apreciables proporciones. Inmediatamente, ese 5 de agosto, marcharon en procesión al sitio y cuando hubieron tomado posesión del paraje delimitado, la nieve se derritió.
Sin tardar pusieron manos a la obra y al cabo de algunos años, una espléndida iglesia dominaba desde el Esquilino a buena parte de Roma, pero el papa Liberio no estaba satisfecho, porque no tenía una imagen de la Virgen, digna de presidir el templo, hasta que recordó que en el oratorio pontificio reposaba un cuadro de la Madonna, con el Niño (pintada –según la tradición– por el evangelista san Lucas, sobre una tabla de cedro de poco más de un metro de altura y unos 60 centímetros de ancha), que santa Elena había traído de Tierra Santa y con la solemnidad del caso la entronizó en la que ya se conocía como la Basílica de Nuestra Señora de las Nieves o Liberiana, también llamada así en honor de este pontífice. Luego del Concilio de Éfeso del año 431, (en el que se proclamó oficialmente la maternidad divina de la Virgen María), el papa Sixto III la remodeló y la consagró a la Santísima Virgen, con el nombre de Santa María la Mayor, por ser la primera que se construyó en homenaje a la Madre de Dios, en la Ciudad Eterna.
Las sucesivas restauraciones que se le han hecho, más las colecciones de pinturas marianas, centradas en la Anunciación, la Huida a Egipto, la Adoración de los Magos y otras escenas de la vida de María, reflejadas en mosaicos que datan del siglo V, más la suntuosidad de su interior y el campanario románico que es el más alto de la ciudad, la convierten –por derecho propio–, en la decana de las sesenta iglesias erigidas en Roma en honor de la Santísima Virgen María y por tal razón, está incluida entre las cuatro basílicas más importantes de la cristiandad, al lado de las de San Pedro, San Juan de Letrán y San Pablo Extramuros. Por eso, hoy 5 de agosto, día de la festividad de Nuestra Señora de las Nieves, pidámosle a la Madre de Dios que nos muestre siempre, cuál es su deseo y la forma de cumplirlo.