El Santo del día
15 de agosto
Asunción de la Santísima Virgen
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Oración a Asunción de la Santísima Virgen
Oh Santísima Virgen María, Madre de nuestro Salvador, Hoy elevamos nuestro corazón en gratitud y adoración, En este día de tu Asunción a los cielos, en gloria y honor. Eres la Estrella resplandeciente que ilumina nuestro caminar, Modelo de virtud y amor, tu vida es ejemplo a imitar, En tu humildad y obediencia, encontramos el camino a Dios alcanzar. En tus brazos acogedores encontramos consuelo y paz, Eres refugio y abrigo en medio de la adversidad, Como Madre amorosa, nos guías por la senda de la verdad. Eres mediadora ante tu Hijo, el Redentor del pecador, Intercede por nosotros, oh Madre, ante su divino corazón, Para que podamos obtener la gracia y la salvación. En este día especial, te aclamamos con júbilo y fervor, ¡Oh Virgen Santa y bendita, ruega por nosotros, por favor! Que en tu amorosa protección encontremos nuestro mejor valor.
Amén.
Al pie de la de la cruz se encontraba su madre, acompañada de María de Cleofás y de María Magdalena y según el evangelio de san Juan (capítulo 19, versículos 26 y 27): “Jesús al ver a su madre y junto a ella al discípulo preferido, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquel momento el discípulo se la llevó con él”. A partir de ese instante, la Virgen María se convirtió en el centro de la familia apostólica: era la madre bondadosa, guía, consejera, refugio de los apóstoles y aunque después de Pentecostés muchos salieron a esparcir la Buena Nueva, ella permaneció en Jerusalén, prodigando consuelo, irradiando su amor maternal y todos aceptaban sus sabias exhortaciones como hijos amorosos y mansos. Tomada de su mano, la incipiente comunidad cristiana, afianzó sus lazos fraternales y lógicamente se unió aún más a Jesús Crucificado, a través de quien lo había llevado en el vientre, sufrido con el niño en la huida a Egipto, afligido con su pérdida en el templo, compartido su vida día y noche y padecido con Él, su pasión y muerte.
Unos quince años después (según la versión que san Juvenal, obispo de Jerusalén expuso en el Concilio de Calcedonia), se sintió enferma y mandó a llamar a los apóstoles que estaban cerca, luego de bendecirlos y darles las últimas recomendaciones, murió en olor de santidad. Los atribulados fieles coparon las calles y acompañaron el cortejo fúnebre entonando himnos y dando gracias a Dios, porque desde entonces tendrían una madre en el cielo. Tomás, que no llegó a tiempo para su funeral, quiso verla por última vez y al abrir su sepulcro, los presentes se quedaron estupefactos, porque en donde debía reposar la Virgen solo había flores y el lugar estaba impregnado de un suave aroma. Y aseguraba san Juvenal, que los apóstoles tenían la certeza de que el cuerpo de la Virgen había sido llevado al cielo.
De acuerdo con lo que dice el Transitus Mariae –relato considerado apócrifo, pero válido históricamente– esta tradición se afirmó con las representaciones populares que escenificaban la Asunción de la Virgen María, en los siglos II y III. Y definitivamente se afincó en el corazón de los cristianos a partir de los sermones de san Juan Damasceno, san Andrés de Creta, san Modesto de Jerusalén y san Gregorio de Tours, que con insistencia mencionaban en sus sermones la Asunción de la Virgen, como un hecho incontrastable y antes del año 500, en Palestina, ya se celebraba esta fiesta en el mes de agosto, mientras que en la iglesia de Santa María la Mayor de Roma, en Egipto y Arabia, la realizaban en enero. Los evangelizadores que por aquella época recorrían a Europa, introdujeron esta celebración en ese mes y así se mantuvo hasta que a finales del siglo VI; Mauricio, emperador de Bizancio –según el Liber Pontificalis–, trasladó la festividad para el 15 de agosto y: “A continuación –afirmó san Juan Pablo II, en una de sus audiencias generales de los miércoles– se fue desarrollando una larga reflexión con respecto al destino de María en el más allá. Esto, poco a poco, llevó a los creyentes a la fe en la elevación gloriosa de la Madre de Jesús en alma y cuerpo”.
Sin embargo la Iglesia no había fijado una doctrina sobre la Asunción de la Virgen y el clamor de los fieles reclamaba una postura oficial al respecto. El aluvión de cartas enviadas a la Santa Sede, pasó de 700 mil a principios del siglo XX y por eso el papa Pío XII realizó una encuesta entre sacerdotes y prelados de todo el mundo y solo en seis, de mil 181 respuestas, se evidenciaron algunas reservas. Con ese respaldo y luego de extenuantes jornadas de oración, vigilias, ayunos y meditación, el 1° de noviembre de 1950, el papa Pío XII, mediante la Constitución Munificentisimus Deus, proclamó como dogma la Asunción de la Santísima Virgen, en los siguientes términos: “Después de elevar a Dios muchas y reiteradas preces y de invocar la luz del Espíritu de la Verdad, para gloria de Dios omnipotente, que otorgó a la Virgen María su peculiar benevolencia; para honor de su Hijo, Rey inmortal de los siglos y vencedor del pecado y de la muerte; para aumentar la gloria de la misma augusta Madre y para gozo y alegría de toda la Iglesia, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra, pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado que la Inmaculada Madre de Dios y siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrenal, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”. Por eso hoy, 15 de agosto, día de la Asunción de la Virgen María, pidámosle a la Madre de Dios que nos ayude a preparar nuestro camino hacia el cielo.
Soy María Teresa, de Barcelona (España). Estoy muy contenta por el gran descubrimiento de este canal. Escucho cada día desde hace ya unos años la lectio divina y el nuevo despertar. Qué preciosidad! Para mí son un regalo del cielo.
Lo único es que en España no se pueden ver los vídeos hasta las 11 horas de la mañana y a mí me gustaba salir a trabajar con el evangelio (lectio divina) del día oída. Lo que hago es escuchar la del día anterior.
Un abrazo.
Rezo por las personas que hacen posible el Canal Televid.