El Santo del día
29 de julio
Santa Marta
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Oración a Santa Marta
Oh Santa Marta, tú que con humildad y amor serviste al Señor en la casa de Betania, te suplico que intercedas por mí en este momento de necesidad. Tú que eres la patrona de las amas de casa y de aquellos que necesitan ayuda en situaciones difíciles, te pido que escuches mis peticiones. Santa Marta, tú que con tu fe y valentía enfrentaste al dragón, ayúdame a vencer mis propias batallas y superar los obstáculos que se presentan en mi vida. Te ruego que me brindes tu protección y guía en estos tiempos difíciles. Con humildad y confianza, te pido que intercedas ante el Señor para que me conceda las gracias y bendiciones que tanto necesito. (En este momento, puedes hacer tus peticiones personales y expresar tus necesidades específicas). Santa Marta, te agradezco por tu amor y devoción hacia aquellos que te invocan con fe. Te pido que me fortalezcas en la virtud de la paciencia y que me concedas la gracia de ser diligente en mi servicio a Dios y a los demás.
Amén.
Ya habían transcurrido cuatro días y Marta, sumida en el más profundo dolor por la muerte de su hermano Lázaro, oraba y enviaba mensajeros a Jesús pidiéndole que viniera, pero Él continuaba lejos con sus discípulos, quienes temerosos por su vida (pues corría el rumor de que los judíos querían apedrearle), permanecían callados porque preferían que se mantuviera a salvo de la ira de los sacerdotes. De pronto el Señor se levantó y les dijo: “Vamos a Betania que Lázaro, nuestro amigo, duerme; pero voy a despertarlo”. Y se puso en marcha. Cuando Marta supo la noticia salió a esperarlo y al verlo se postró de rodillas a la par que le decía: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero yo sé que Dios te concederá todo lo que le pidas”. Jesús le replicó: “Tu hermano resucitará” y ella le respondió: “Sé que resucitará cuando la resurrección, el último día”, a lo que el Señor agregó: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre, ¿crees esto?”; Marta le contestó: “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Mesías, el hijo de Dios que tenía que venir al mundo”.
Esa afirmación de Marta (hermana de Lázaro y de María, que vivían en Betania, cerca de Jerusalén), es la declaración de fe más contundente sobre la legitimidad de Jesús como el Mesías y por lo tanto pilar fundamental de la doctrina cristiana. Tal afirmación era de prever en una las personas más cercanas al Salvador, quien en todo momento reafirmó su entrañable amor por los tres hermanos, lo cual corroboró al llorar ante la tumba de Lázaro antes de resucitarlo. Por eso Marta, que fungía de dueña de casa y siempre estaba afanada atendiendo al maestro y a sus discípulos, tuvo la suficiente confianza para pedirle a Jesús que reconviniera a su hermana María, quien por escucharlo a Él, la dejaba sola con las tareas domésticas a lo que el Señor le respondió: “Marta, Marta, tú te preocupas por muchas cosas, y sólo es necesaria una. María ha escogido la parte mejor, y nadie se la quitará”. Entonces Marta comprendió que la prioridad de todo cristiano es Jesús.
Las huellas de santa Marta se pierden después de la muerte de Jesús, pero según la tradición, durante la primera persecución, huyó con sus dos hermanos. Una vertiente afirma que recalaron en Chipre en donde Lázaro terminó siendo el obispo de Kitión y allí murieron los tres después de un arduo y fructífero trabajo de evangelización; otra versión asegura que se embarcaron hacia Provenza (Francia) y en un buque sin velas ni timón ni remos, lograron arribar milagrosamente a Marsella, en donde convirtieron a toda la población. Santa Marta, que continuó predicando por toda la región, murió en Tarascón y allí construyeron una magnífica iglesia en su honor en la que existe un venerado sepulcro que –supuestamente–, contiene sus reliquias y tiene una larga historia de milagros. En Roma, junto al Vaticano se erigió otra iglesia, en su honor. Dada su diligencia y hospitalidad, santa Marta, fue declarada patrona de los hoteleros y por eso la residencia en donde se alojan los cardenales en Roma –que está ubicada al lado de la Basílica de San Pedro, se llama Casa de Santa Marta y en ella vive el papa Francisco. Por eso hoy, 29 de julio, día de su festividad, pidámosle a santa Marta, que despierte en nosotros la solidaridad cristiana, para dar acogida y amparo a quienes no tienen techo.