El Santo del día
6 de abril
San Samuel
Y cuando ya se acercaba su final, Samuel reunió a las doce tribus y les preguntó: “Aquí me tenéis; acusadme ante el Señor si he quitado a alguien un buey o he robado a alguien un asno, si he oprimido o perjudicado a alguien o si me he dejado sobornar. Acusadme, y yo os responderé” y todos contestaron al unísono: “No nos has perjudicado ni oprimido, ni te has dejado sobornar”; y luego de hacer algunas admoniciones para que el pueblo no cayera en desgracia ante Dios, Samuel se fue a su casa en Ramá, allí murió e Israel lloró durante un buen tiempo su irreparable pérdida. Samuel, hijo de Elcaná y Ana, era el fruto de una sentida petición que su madre le había hecho a Yahvé, pues era estéril y luego de mucho rogar y prometerle que le consagraría a su hijo de por vida, nació Samuel, cuyo nombre significa: “Se lo pedí al Señor”. Luego de destetarlo –dice la Biblia– fue presentado ante el sumo sacerdote, Elí, con quien se quedó a vivir en el templo.
Una noche, mientras dormía –siendo aún muy joven–, fue despertado por Yahvé, quien le dijo que desde ese momento lo respaldaría y hablaría por su boca y así fue, pues en efecto tras la muerte de Elí (que se desnucó al caer de la silla que ocupaba en el momento de recibir la noticia de la muerte de sus dos hijos, a manos de los filisteos), Samuel fue aceptado como juez y profeta y guio al pueblo con sabiduría, hasta que los empecinados israelitas le pidieron un rey; a pesar de que no estaba de acuerdo (Dios tampoco, sin embargo accedió a esta petición), por designación divina, ungió a Saúl como el primer rey de Israel, al que después de un tiempo, el Señor le retiró su favor y envió a Samuel, por David, –el vencedor de Goliat–, que era un pastor hijo de Jesé de Belén y tronco común del que nació Jesús.
Fue a Samuel a quien le tocó recibir el arca que torpemente los hijos de Elí, –sin consultárselo–, llevaron al campo de batalla para que los protegiera, y los filisteos luego de vencer al ejército israelita, se la robaron, pero meses después tuvieron que devolverla, por los males y enfermedades que el tabernáculo causaba a los raptores. Durante cuarenta años, Samuel fue la indiscutible autoridad moral y religiosa de Israel y por su boca siempre habló Dios para aconsejar y reprender al rey y enderezar la errática conducta de las doce tribus que coqueteaban con los dioses paganos, abandonaban la ley mosaica y se mantenían enfrentadas entre sí por envidias y celos infundados.
Algunos exégetas afirman que Samuel es equiparable a Moisés, puesto que una vez en la tierra prometida y tras la desaparición de Josué, el pueblo escogido de Dios se sumió en disensiones y enfrentamientos que con el paso del tiempo, lo hicieron ingobernable, hasta que apareció Samuel, fusionó las tribus y puso orden y por eso es considerado como Unificador de Israel, su gobernante más probo y justo y primer gran profeta del antiguo testamento. Por eso hoy, 6 de abril, día de su festividad, pidámosle a san Samuel, que enseñe a nuestros líderes a regir los destinos de todos los países con idoneidad, justicia, ecuanimidad y siempre anteponiendo los intereses generales, sobre sus intereses particulares.