El Santo del día
6 de febrero
San Pablo Miki
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Oración a San Pablo Miki
Oh San Pablo Miki y compañeros mártires, testigos valientes de la fe y ejemplos de fidelidad a Cristo, recurrimos a ti en busca de tu poderosa intercesión. Admiramos tu coraje y compromiso con el Evangelio, incluso en medio de la persecución. San Pablo Miki, maestro de la palabra de Dios, ruega por nosotros para que podamos proclamar con valentía la verdad del Evangelio en nuestro tiempo. Inspíranos a vivir una vida de auténtico testimonio cristiano, sin importar las adversidades que puedan surgir. Te pedimos especialmente por [menciona tus intenciones y necesidades personales]. Concédenos la gracia de la fortaleza espiritual para enfrentar cualquier desafío con fe y esperanza. Que tu ejemplo de amor incondicional por Cristo y tu disposición para dar la vida por la causa del Evangelio nos impulsen a seguir a Jesús con todo nuestro corazón. Ruega por nosotros, San Pablo Miki, para que podamos perseverar en la fe y alcanzar la corona de la vida eterna. Por la intercesión de San Pablo Miki y sus compañeros mártires, confiamos en la gracia y misericordia de nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Luego de que el cruel shogun, Hideyoshi, decidiera expulsar de Japón a todos los misioneros en 1587, el jesuita Pablo Miki (nacido en Kioto, Japón en 1566), se resistió a abandonar su país y con más vehemencia continuó predicando durante mucho tiempo sin abandonar su hábito (le habían aconsejado que vistiera a la usanza nipona para pasar inadvertido) y su valentía se tradujo en los innumerables bautismos que logró en todo el país, lo que de hecho, preocupó al tirano quien temía que la creciente popularidad del predicador indujera a todos los cristianos a una rebelión contra el emperador.
Por decisión del soberano, el nuevo gobernador Taikosama, ordenó que en Osaka –a él y a sus 25 compañeros–, les cercenaran la oreja izquierda y fueran exhibidos como escarmiento por toda la ciudad, ocasión que aprovechó Miki –mientras lo paseaban encadenado– para pronunciar un vehemente discurso en el que invitaba a los curiosos a que se convirtieran a la fe católica, objetivo que logró con creces, porque cientos de espectadores se entregaron sin reservas al amor de Cristo.
El tirano en vista de que en vez de atemorizar al pueblo, había despertado su entusiasmo y celo religioso, condenó a muerte a Pablo Miki y a sus 25 compañeros y, para su ejecución, decretó que fueran llevados a pie de pueblo en pueblo hasta Nagasaki, ciudad a la que llegaron en medio del crudo invierno después de caminar casi mil kilómetros. Aún atado su cuerpo con cuerdas y cadenas y su cuello aherrojado a la cruz con una argolla de hierro, pronunció un memorable sermón en el que perdonó a sus verdugos, declaró su inefable alegría por tener el honor de morir crucificado como nuestro Señor Jesucristo y luego de decir: “Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu”, recibió dos estocadas en el corazón y expiró con una beatífica sonrisa, el 5 de febrero de 1597.
Fue canonizado en 1862, por el papa Pío IX, que declaró al 6 de febrero como fecha oficial de su festividad. Por eso hoy es un día especial para pedirle a Dios que por la intercesión de san Pablo Miki, seamos capaces de perdonar a quienes nos han hecho daño y tengamos la entereza suficiente para pedirles perdón a los que hemos ofendido.