El Santo del día
27 de junio
San Cirilo de Alejandría
Oración a San Cirilo de Alejandría
Oh, gran San Cirilo de Alejandría, te invocamos en este día y te pedimos que intercedas por nosotros ante el Señor. Tú, que fuiste un defensor incansable de la fe y un gran teólogo, ilumina nuestros mentes con la sabiduría del Evangelio. Ayúdanos a comprender y vivir las verdades de nuestra fe católica, ya ser testigos valientes de Cristo en medio de un mundo que necesita su luz. Concede tu protección a la Iglesia ya todos aquellos que trabajan por la unidad y la verdad. ¡Ay, San Cirilo de Alejandría, ruega por nosotros!
Amén.
En el año 429, Nestorio, el patriarca de Constantinopla, afirmó que “El Cristo Verbo Encarnado era simultáneamente Dios perfecto y hombre perfecto, pero que la Virgen María, madre de Cristo, no habiendo dado a luz más que su naturaleza humana, no podía ser llamada madre de Dios” y con ello se alborotó el avispero porque los feligreses se fueron lanza en ristre contra él, pues si eso era cierto, de que valía su intercesión y entonces Cirilo, patriarca de Alejandría, le salió al paso diciendo que “Sí, Cristo es perfectamente Dios y hombre a la vez, sin embargo no está dividido, no es sino una sola Persona, la Persona divina del Verbo; y el nombre de ‘Madre de Dios’ atribuido a la Virgen María, subraya precisamente la unidad de la Persona divina en Cristo”.
Al ser expuesta la querella ante la Santa Sede, el papa Celestino I –mediante un sínodo reunido en Roma–, le dio la razón a Cirilo, pero Nestorio no quiso firmar el documento que contenía los anatemas de los que debía retractarse, so pena de excomunión y lleno de soberbia elevó su queja ante el emperador Teodosio II, que para quitarse el problema de encima, en consonancia con el pontífice, convocó en el 431, un concilio ecuménico en Éfeso, que presidido por Cirilo, patriarca de Alejandría, juzgó a Nestorio: lo depuso, excomulgó y desterró, a pesar del respaldo del emperador. Al conocer la noticia, el pueblo se tomó las calles y con alborozo celebró la determinación por varios días y la brillante exposición que hizo Cirilo de Alejandría en defensa de María, como madre de Dios, se convirtió en la base doctrinal de la Iglesia sobre esta materia y por eso a san Cirilo se le reconoce como “Defensor del dogma de la Encarnación”.
Cirilo (nacido en Alejandría, alrededor del año 370), creció al lado de su tío el patriarca Teófilo, que lo educó en las mejores escuelas de la ciudad y aprovechó su enorme capacidad dialéctica, enrutándolo por la filosofía, teología y Sagradas Escrituras y luego lo puso en manos del abad Serapión, un prestigioso asceta que en su monasterio de Nitria, le enseñó el valor de la austeridad, de la vida de oración, penitencia y ayuno; una vez ungido sacerdote, su tío le ordenó volver a Alejandría, lo convirtió en su mano derecha y en calidad de asesor, estuvo con el prelado en el sínodo de Encina, en el que el rencoroso Teófilo –por rencillas personales– obtuvo la deposición del patriarca Juan de Antioquía, conocido más tarde, como san Juan Crisóstomo, injusticia en la que nada tuvo que ver Cirilo y que de hecho, reparó (devolviéndole su sede con todas sus prerrogativas y derechos), tras la muerte de su pariente al que sucedió como patriarca de Alejandría el 17 de octubre del 412. Su advenimiento como patriarca generó revuelo en la Iglesia oriental porque su verbo incisivo y su aguda preparación, le conferían autoridad moral y dogmática para enfrentar el nestorianismo y a otras tendencias como el monofisismo (que aceptaba en principio las dos naturalezas de Cristo, pero sostenía que la humana se pierde porque es absorbida por la divina y por lo tanto, solo queda su naturaleza divina) y les dio pelea sin tregua.
El forcejeo entre Cirilo y Nestorio polarizó a todo el cristianismo y sus agudos enfrentamientos que incluían ataques personales de parte y parte les significó cárcel para ambos y mutuas excomuniones y deposiciones que se zanjaban con la intervención de los legados papales y del emperador, hasta que la situación se hizo insostenible y por eso en el 431 se convocó el concilio ecuménico de Éfeso, en el que las teorías de Nestorio fueron desterradas y a continuación el patriarca Cirilo puso la mira en las demás apostasías: a todas las liquidó y consolidó la primacía de Roma en el norte de África, con sus sesudos y contundentes escritos que abarcaron todos los ámbitos doctrinales, apostólicos y de las Sagradas Escrituras, entre los que se destacan: La adoración en espíritu y en verdad, que es un tratado exegético –de 17 libros–, que demuestra cómo la ley mosaica preparó el camino de la redención; Comentario sobre el profeta Isaías, en el que analiza todos los signos y profecías que conducen hacia el Mesías; Comentario sobre el evangelio de San Juan, que versa sobre la divinidad de Cristo; Diálogo sobre la unidad de Cristo, que es un compendio sobre la Encarnación del Verbo, texto con el que combatió y venció a los nestorianos.
Retomó los evangelios de san Mateo, san Lucas, las epístolas de san Pablo, los libros sapienciales, los salmos, a los profetas Jeremías y Daniel y de todos estos temas hizo notables exégesis (interpretaciones). De su extenso epistolario, aún se conservan veintinueve homilías pascuales y setenta cartas apostólicas. Todo esto lo escribió san Cirilo, durante los 32 años que dirigió con mano firme el patriarcado de Alejandría y solo jubiló su pluma el día anterior a su muerte acaecida el 27 de junio del año 444. Por su extensa, profunda y esclarecedora obra, san Cirilo de Alejandría fue declarado Doctor de la Iglesia en 1883, por el papa León XIII. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a san Cirilo de Alejandría, que nos dé fuerzas para defender nuestra fe, sin titubeos.