Mi Señor y Padre Celestial. En la quietud de la noche examino mi corazón, medito en tu amor y guardo silencio yo ante ti. No hay nadie como tú. Eres mi fortaleza, eres mi compañía en cada momento de mi vida, eres quien me da la fuerza para seguir adelante en mi lucha diaria. Gracias por nunca abandonarme Señor. Te ruego que me acompañes en mi descanso. En el nombre de Jesús. Amén.