El Santo del día
7 de octubre
Nuestra Señora del Rosario
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Oración a Nuestra Señora del Rosario
Nuestra Señora del Rosario, Madre de amor y compasión, que nos ha dado el Rosario como un camino de oración, te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios. En cada Ave María, encontramos consuelo, en cada Misterio, contemplamos la vida de Cristo. Que en tu intercesión encontramos protección y guía, y en la devoción al Rosario, fortaleza en la fe. Nuestra Señora del Rosario, Reina de los Cielos, ayúdanos a vivir con el corazón unido a Dios. Ruega por nosotros ante el Trono Celestial, para que podamos seguir tu ejemplo y rezar con fervor.
Amén.
Simón de Monfort, comandante de la cruzada que enfrentaba a los albigenses (herejía que defendía el principio, según el cual, en vez de un Dios único, existían dos: el de el Bien y el del Mal; del primero salían los espíritus buenos y del segundo, la materia corrupta), se encontraba en 1213, confinado dentro del castillo de Muret, asediado por el ejército Cátaro –como también se les llamaba a estos herejes– y no sabía qué hacer, pues sus fuerzas eran inferiores a las del enemigo en una proporción de cinco enemigos, por cada uno de sus hombres y de pronto recordó esa noche del 12 de septiembre, que su amigo santo Domingo de Guzmán, le había recomendado rezar el rosario en las vísperas de las batallas; inmediatamente reunió sus huestes y lo entonaron con tal fervor que el eco que escuchaban los adversarios en su campamento instalado cerca de la muralla, los llenó de temor. Cuando apenas comenzaba a despuntar el día, Monfort irrumpió con una carga furiosa de su caballería e infantería y puso en desbandada a los cátaros después de causarles muchas bajas. Y en agradecimiento, el vencedor construyó en el mismo sitio la primera capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario.
El rosario, que significa Corona de Rosas, es una devoción cuya propagación le fue encargada por la Santísima Virgen a santo Domingo de Guzmán, en 1208, cuando se le apareció con un rosario en su mano derecha y le enseñó cómo recitarlo, tarea a la que se entregó el fundador de la Orden de los Dominicos, que por aquella época trataba de evangelizar a los albigenses y, a pesar de que consiguió muchas conversiones por intermedio del santo rosario, no pudo rescatarlos a todos de su herejía, pero sí logró popularizar su práctica entre los católicos de Europa.
No obstante con el correr de los siglos comenzó a declinar esta devoción, pero el papa san Pío V le dio un nuevo impulso tras la victoria que sus huestes obtuvieron el 7 de octubre de 1571 sobre los musulmanes en la Batalla de Lepanto, triunfo que el pontífice pudo observar en el mismo instante en que ocurría a miles de kilómetros de distancia, gracias a que la Santísima Virgen se le apareció y le mostró el campo de batalla mientras el Santo Padre y todo el pueblo romano convocado por él, entonaba el Santo Rosario. Desde ese momento, san Pío V decretó que la festividad de Nuestra Señora de las Victorias, se celebrara en el aniversario de este memorable combate.
Más adelante en 1716, el príncipe Eugenio de Saboya se impuso a los musulmanes en la batalla de Temesvar, en Rumania, cuando los moros estaban a punto de apoderarse de esa ciudad, lo que les daría la posibilidad de invadir a toda Europa Central y de nuevo el Santo Rosario, entonado por sus tropas, le dio la victoria, por lo cual el papa Clemente XI, denominó a esta celebración como de categoría universal y obligatoria para toda la Iglesia con el nombre de Fiesta de Nuestra Señora del Rosario.
Desde entonces se popularizó el rezo del Santo Rosario hasta convertirse en la mayor devoción mariana y la más extendida en toda la cristiandad, hecho que se reforzó con las doce encíclicas que sobre la Virgen y el Santo Rosario, promulgó el papa León XIII y con las apariciones de la Virgen en Lourdes y Fátima, en las que les recomendó vehementemente a Bernardette Sobirous y a los tres pastorcitos, rezar el rosario en familia para obtener la redención de todo el mundo. Por eso hoy, 7 de octubre, día de Nuestra Señora del Rosario, pidámosle a nuestra madre, la Virgen María, que a través del Santo Rosario esté siempre presente en nuestros hogares y salve a todos los habitantes del planeta.