Las manos de Dios nos sostiene
Dios se manifiesta de muchas maneras y esas palabras que tanto necesitamos oír llegan en el momento menos esperado, así obra Jesús y esta vez lo hace a través de Jessica y Sergio en Canta y Ora, Él nos habla y nos extiende la mano y nos hace entender que escucha nuestras súplicas, nuestras oraciones y obra para nuestro bien.
A través de las escrituras, Dios nos da el vivo ejemplo de que siempre está con nosotros, que nos protege, que nos ayuda y nos prepara para enfrentar las pruebas que nos depara la vida, como el caso de Moisés cuando dividió el mar en dos para que los israelitas pudieran huir de los egipcios. “ Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo retroceder el mar con un fuerte viento del este, que sopló toda la noche y transformó el mar en tierra seca. Las aguas se abrieron, y los israelitas entraron a pie en el cauce del mar, mientras las aguas formaban una muralla a derecha e izquierda.” Éxodo 14, 22.
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Dios es esa mano que así como ayudó a Moisés, lo hace con nosotros, Él es esa mano que nos levanta cuando estamos a punto de desfallecer, es la fuerza que nos motiva a seguir adelante, es quién nos moldea y nos transforma constantemente.
La humanidad necesita de Dios, de su misericordia, de su amor infinito, necesita que nos extienda la mano y nos abrace, nos acoja en su corazón de padre para sentirnos seguros y confiados en que con su bondad las cosas saldrán bien, que como padre, nos dará todas las herramientas necesarias para solucionar esos problemas que ponen a prueba nuestra fe y Él nos sostendrá y nos llenará de fuerza para seguir.
De la misma manera en que Dios nos ayuda también nos alienta a que sigamos su ejemplo, a que sirvamos a nuestro prójimo así como lo dice el evangelio de Marcos 9, 30-37 ” …El que quiera ser el primero que se haga el servidor de todos…” Diariamente nos vemos atareados por la inmediatez en la que vivimos y también, porque vivimos en una sociedad que nos dijo que tenemos que ser productivos, pero a veces por cuestiones externas no pasa y sentimos que la vida pierde el sentido, a ese hermano que tiene esa situación hay que socorrerlo con la palabra de Dios, porque nosotros podemos ser la extensión de sus brazos y acompañar a esa persona para que resurja de la oscuridad, para que renazca en el amor de Jesús.
Entreguémonos a Dios, abramos nuestro corazón que a través de nosotros Él actúa, dejémonos impregnar de su ser para que podamos seguir su ejemplo y servir a los demás, para que seamos la extensión de sus brazos y brindemos apoyo a ese hermano que lo necesita.
La mano de Dios es la que nos sostiene y con Él está nuestra intercesora, la mujer que ha puesto en nuestro camino, la Virgen María que también nos acompaña y nos cobija bajo su manto sagrado, ella que también nos extiende sus brazos y no nos deja desfallecer, nos impulsa, nos anima con su amor de madre, esa madre que sufre con nosotros, que nos protege día a día y nos susurra en el oído que eso que nos molesta tendrá un próspero final si vamos sujetos de la mano de Dios y la suya.