Escucha Israel
“Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos, y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte. Átalas a tu mano como un signo, y que estén como una marca sobre tu frente. Escríbelas en las puertas de tu casa y en sus postes.” Deuteronomio 6, 4-9
Dios desde el inicio de la vida misma nos ha acompañado y ha sido el conductor de vida de cada persona que ha habitado este planeta, Él es esa luz que nos indica hacia dónde debemos ir y es esa voz que nos reconforta el espíritu y a la que tenemos que abrir nuestra alma y nuestro corazón para que siempre seamos conducidos hacia Él.
Hay que cerrar el paso a toda estridencia que nos impide escuchar la voz de Jesús, porque como dice Jessica en Canta y Ora, “escuchar es esencial porque es el principio de la obediencia” y nosotros somos ovejas y el Señor nuestro pastor, por lo tanto debemos cumplir con nuestro papel de borregos, agachar la cabeza hacia Dios y prestar atención a lo que nos dice porque en Él está la verdad.

Dios es el maná de los desiertos de la vida, es la fuente de agua que cura nuestro ser, es la mano que nos sostiene en esos momentos de endeblez, donde nos sentimos tan perdidos, pero Él nos llama por nuestro nombre, es decir, nos conoce en la intimidad de nuestra alma y nos acerca a su corazón que es en donde queremos estar. Desde siempre nos ha convocado con la voz del Espíritu Santo, por eso hay que pedirle a Dios que no permita que el miedo, las angustias y la tristeza nos cierren las puertas de la redención.
Somos conscientes de que necesitamos de Dios todos los días, enamorarnos de Él, acercarnos a Él, escuchar su palabra porque más allá de todas las cosas que ocupan nuestra mente, sean buenas o malas, precisamos sentir amor verdadero y como dice Sergio citando a San Agustín, “entregar el corazón a quién lo diseñó.”

A través de la palabra de Dios podemos tener certeza de que el padre nos habla, de que su palabra es vida y nosotros estamos urgidos por escuchar lo que tiene que decirnos, responderle que estamos presentes para Él porque su presencia nos llena el ser y alabarlo es nuestra respuesta a todas las bondades que nos otorga diariamente.
Cuando aceptamos a Dios en nuestro corazón, cuando nuestras alabanzas son para Él, cuando le decimos sí a nuestro rey y le damos el primer lugar en nuestra vida podemos notar el cambio, la paz y la Gloria de Dios en ella. Escuchemos a Jesús, quitémonos todos esos tapones que obstaculizan el fluir de su voz y dejemos que sea Él quien habite en nosotros.