El Santo del día
9 de julio
Nuestra Señora de Chiquinquirá
![](https://televid.tv/wp-content/uploads/2022/07/9-NUESTRA-SENORA-DE-CHIQUINQUIRA-286x300.jpg)
Oración a Nuestra Señora de Chiquinquirá
Oh, gloriosa Nuestra Señora de Chiquinquirá, bendita y amada madre celestial, con humildad y devoción me acerco a ti, para pedirte tu intercesión y protección. Eres la estrella que ilumina nuestros caminos, la guía que nos lleva hacia tu hijo Jesús, con tu manto de amor nos cubres y resguardas, y en tus manos maternales encontramos consuelo. Virgen pura y llena de gracia, tú que eres la madre de todos los colombianos, escucha nuestras súplicas y ruegos, y preséntalos ante el trono de Dios. Derrama sobre nosotros tus bendiciones, sana nuestras enfermedades y dolencias, fortalece nuestra fe y esperanza, y ayúdanos a vivir según la voluntad divina. Oh, Nuestra Señora de Chiquinquirá, tú que eres la patrona de Colombia, ruega por nuestra nación y por todos sus habitantes, intercede por la paz, la justicia y la unidad. Te entregamos nuestros corazones y vidas, confiados en tu amor maternal y poderosa intercesión, y prometemos seguir difundiendo tu nombre y devoción, para que más almas encuentren en ti consuelo y salvación.
Amén.
Desde hacía dos siglos y medio, los milagros eran el pan de cada día e irrigaban la piedad de toda la meseta cundiboyancese, pues nadie salía con las manos vacías después de orar ante su imagen. Así las cosas, el general Manuel Serviez consideró que Nuestra Señora de Chiquinquirá, podría ser su Juana de Arco (que lo libraría de la persecución de los españoles en su retirada hacia los Llanos en donde pretendía juntarse con las tropas patriotas) y secuestró la efigie el 21 de abril de 1816: la metió en un cajón, la cubrió con lonas de campaña y se la llevó consigo. Pero el acarreo del enorme cuadro –de 125 centímetros de ancho, por 111 de alto– se le convirtió en un estorbo porque, por razones de seguridad, no podía enviarlo en la vanguardia ni dejarlo en la retaguardia y el tenerlo dentro del grueso de la tropa, ralentizaba la marcha, y en vista de que los realistas le pisaban los talones tuvo que dejar la imagen en el Alto de Saname, en las cercanías de Cáqueza, el 8 de mayo; pero aunque se libró de esa incómoda ayuda divina, no se pudo liberar de la excomunión que ya pesaba sobre él –dictada por la arquidiócesis de Santafé de Bogotá–, desde el día anterior, por su acto sacrílego. Recogida la imagen por las tropas del Pacificador Morillo, fue devuelta a Chiquinquirá, el 25 de julio de ese mismo año.
Esa historia de prodigios había comenzado en 1560, cuando don Antonio de Santana, un español que recibió toda la región de Sutamarchán y de Chiquinquirá como encomienda, erigió una rústica capilla y pidió al cura doctrinero, Andrés Jadraque, que le consiguiera una imagen de la Santísima Virgen del Rosario para ponerla en la ermita, entonces el sacerdote se la encargó al pintor Alonso de Narváez –peninsular que vivía en Tunja– y tres años después ya la pintura presidía el altar del oratorio, en donde continuó hasta 1574, año en el que debió ser retirada, porque las goteras de la desvencijada iglesia la habían descolorido de tal manera, que de la Santísima Virgen, san Antonio de Padua y san Andrés, apóstol, –que la flanqueaban en el lienzo–, apenas se distinguían sus desvaídas siluetas. Entonces el cuadro fue arrumado en el cuarto de una casucha usada por la servidumbre y lo emplearon como recipiente de espigas de trigo, hasta que a María Ramos (la esposa abandonada del hermano de Antonio Santana, que vino de España a buscarlo y lo encontró viviendo con otra mujer), le otorgaron ese rancho como vivienda y de casualidad halló el cuadro de Nuestra Señora de Chiquinquirá, al que rescató, lo desempolvó, lo colgó de la pared y todos los días oraba ante él, pidiéndole a la Virgen que se dejara ver.
Un día al término de su rosario matinal, María Ramos olvidó cerrar la puerta y Miguel, el hijo pequeño de una india que pasaba por allí, le llamó la atención a su madre sobre la luminosidad que salía de la choza, y al entrar vio el cuadro sobre el suelo pero adosado a la pared y los colores de las figuras estaban renovados, lucían resplandecientes y de la Santísima Virgen surgía una brillante luz cegadora. Muy pronto la noticia se regó por toda la región y empezaron a desmenuzarse los milagros. Desde entonces –y de hecho–, se convirtió en la advocación de la Santísima Virgen, más venerada del país y como reconocimiento a esta popular devoción, el 9 de julio de 1919, el gobierno nacional proclamó a Nuestra Señora de Chiquinquirá, Santa Patrona de Colombia y el presidente de la república, Marco Fidel Suárez, le ciñó la corona de Reina de Colombia. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a Nuestra Señora de Chiquinquirá que proteja al país y lo guíe hacia la paz que soñamos y merecemos.