El Santo del día
9 de junio
San Efrén
![](https://televid.tv/wp-content/uploads/2021/06/9-SAN-EFRE╠uN-286x300.jpg)
Oración a San Efrén
Oh San Efrén, santo doctor de la Iglesia, Maestro de sabiduría y poeta de la fe, Te acudimos en busca de tu intercesión, Para encontrar luz y consuelo en nuestro camino. Tú, que con tu pluma inspirada, Has dejado un legado de hermosos escritos, Ayúdanos a comprender los misterios divinos, Y a profundizar en el amor de nuestro Dios. San Efrén, defensor de la ortodoxia y la verdad, Guíanos en medio de las confusiones y desafíos, Fortalece nuestra fe y nuestro testimonio, Para que podamos proclamar la fe con valentía y fidelidad. Te pedimos que nos ayudes a vivir con humildad, A servir a los demás con generosidad y compasión, Que nuestras palabras y acciones reflejen tu amor, Y que seamos instrumentos de reconciliación y paz. San Efrén, amigo de los pobres y necesitados, Ruega por nosotros ante el trono de la gracia, Que tu ejemplo de vida santa y tu intercesión, Nos conduzcan a la eternidad junto a nuestro Señor.
Amén.
En el año 350, Sapor, el obstinado rey persa, estaba decidido a mantener el asedio de la ciudad de Nisiben, a la que tenía rodeada desde hacia varios meses y como la situación de los habitantes era insostenible, Efrén (consciente de que si las tropas invasoras entraban, asesinarían a toda la población), se retiró a orar y con profunda devoción pidió a Dios que librara a los pobladores de sus enemigos. Y Dios lo escuchó. A la mañana siguiente cuando se disponía a asistir a la misa, la ensordecedora algarabía que se escuchaba en las afueras de la población lo sacó de su ensimismamiento y atraído por el bullicio subió a la muralla y allí pudo ver cómo los soldados persas, sus caballos y elefantes, huían del enjambre de serpientes que campeaban por todo su campamento y de la nube de insectos que no les daban tregua. Efrén, entonces, descendió de las almenas y convocó a todos los habitantes de la ciudad para darle gracias a Dios por el milagro.
Efrén (nacido en el año año 306 en Nisiben, Mesopotamia) creció en un ambiente que oscilaba entre el joven cristianismo y el envejecido culto a los dioses persas y romanos, dado que su ciudad siempre estaba bajo el dominio de uno de los dos imperios y por eso sus habitantes eran tibios o indiferentes en asuntos de religión. Cuando contaba 15 años conoció al obispo Santiago y quedó tan seducido por su dulce y penetrante mensaje cristiano, que en cuestión de días se hizo bautizar, y luego de completar sus estudios de filosofía y teología fue consagrado diácono. Ya como asistente del prelado, estuvo en el Concilio de Nicea, celebrado en el año 325, del que regresó encendido de amor por Cristo y en vista de que los movimientos herejes componían canciones para ganar prosélitos, empezó a darles de su misma medicina. Sacó a relucir sus extraordinarias dotes de poeta y músico. Empezó a componer himnos y cánticos, constituyó un coro de mujeres que los cantaban en los oficios religiosos y pronto fueron tan populares que la gente los tarareaba hasta en las calles. Se puede decir que fue san Efrén quien impuso los cánticos religiosos que hoy se entonan en las iglesias de todo el mundo.
Ya en Edesa, adonde tuvo que huir cuando por fin, Sapor se tomó a Nisiben en el 363, abrió una escuela de canto religioso en la que formó durante trece años a los maestros de canto que luego enviaba a las parroquias y a la par produjo una monumental obra escrita en verso –se calcula que redactó tres millones de estrofas–, en torno a los textos del Antiguo y del Nuevo Testamento; sobre los misterios de la Santísima Trinidad, de la encarnación de Jesús y de la Inmaculada Concepción. Todo ello enmarcado por su severa austeridad, humildad, ayuno y esa entrañable caridad, que demostró, cuando Edesa fue atacada por una atroz hambruna que cobró muchas vidas.
Entonces Efrén les pidió a los ricos que le regalaran parte de sus provisiones y a pesar de que la donación no fue suficiente, inexplicablemente alcanzó para todos, hasta que pasó la crisis, tras la cual se retiró a ayunar y orar en su cueva en la que falleció un mes después, el 9 de junio del año 373. Aunque nunca aceptó ser ordenado sacerdote porque no se creía digno, el diácono san Efrén, fue proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Benedicto XV, en 1920. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a san Efrén que nos enseñe a poner nuestros talentos, incondicionalmente, al servicio de Dios.