El Santo del día
2 de junio
San Potino y los Mártires de Lyon
Oración a San Potino y los Mártires de Lyon
Oh San Potino y los Mártires de Lyon, Testigos valientes de la fe en tiempos de aflicción, Imploramos vuestra intercesión y protección, Encomendándonos a vuestra poderosa oración. En medio de la persecución y el sufrimiento, Mantuvisteis firme la fe con gran valentía, Derramasteis vuestra sangre por Cristo con amor, Y nos dejasteis un legado de esperanza y victoria. San Potino y los Mártires de Lyon, ejemplo de fidelidad, Rogad por nosotros ante el trono de la gracia, Fortaleced nuestra fe en tiempos de adversidad, Y concedednos la perseverancia en la carrera de la carrera de la vida cristiana. Que vuestra valentía y sacrificio nos inspiren, A vivir con pasión y compromiso nuestro llamado, Y a difundir el amor y la verdad de Jesús, Hasta el último rincón de la tierra, sin cansancio ni temor.
Amén.
Todos temían que Blandina renegara de Cristo, pues al final de cuentas su fragilidad física y la timidez derivada de su condición de esclava, daban para pensar que no tendría la valentía y la temeridad que el momento reclamaba; pero sus compañeros de cautiverio se llevaron tamaña sorpresa, cuando esbozando una amplia sonrisa le dijo a sus jueces que era cristiana y no cesó de repetirlo mientras se desarrollaba la primera tanda de torturas, que estuvo aderezada con toda clase de tormentos: latigazos, apaleadas, hierros candentes, baños con agua hirviendo y al caer el sol, sus verdugos tuvieron que suspender la sesión porque estaban exhaustos y entretanto ella, con la misma sonrisa luminosa, seguía proclamándose cristiana a pesar de que era una masa informe. Ya en su celda se sumió en un reparador sueño del que despertó al otro día, renovada y con un entusiasmo exultante que fortaleció a los que estaban en fila para el suplicio.
En el año 177, una revuelta popular que fue reprimida violentamente puso en aprietos al gobernador romano de Lyon, que para evitar nuevos enfrentamientos, perdonó a los cabecillas y culpó a los cristianos de ser los instigadores, con lo que mataba dos pájaros de un solo tiro: calmaba los ánimos de la población y se quitaba de encima esa secta, que al permear todas las clases sociales, ya era de por sí, la piedra en el zapato del imperio. En principio fueron expulsados de sus casas, cerrados sus negocios, no les vendían ni les compraban, se les prohibió el acceso a los lugares públicos, luego fueron apresados los cristianos más reconocidos y tras ellos se vino un aluvión de ciudadanos que espontáneamente se confesaban seguidores de Cristo. Entre ellos se encontraba el venerable obispo Potino, de noventa años, que fue arrastrado por las calles de Lyon, ultrajado y apedreado por la muchedumbre enardecida y luego lanzado a una mazmorra en donde a causa de las heridas, murió tres días después.
A los demás líderes: Átalo, Santo, Maturo, Epágato y Alejandro (éstos dos últimos que eran abogados y quisieron defender a los acusados), también fueron apresados al reconocer que eran cristianos, luego de flagelarlos, los sentaron en medio de la arena del anfiteatro sobre sillas de hierro debajo de las cuales pusieron braseros y sus carnes se asaban lentamente sin que protestaran y luego los pusieron a merced de las fieras que dieron buena cuenta de ellos y –en menos de una semana– de otros 45 cristianos que previamente habían sido objeto de toda clase de vejaciones.
Blandina, rejuvenecida de cuerpo y alma, fue llevada de nuevo al anfiteatro en compañía de Póntico, quien a sus catorce años, proclamándose cristiano, vendió cara su vida, pues impertérrito, soportó dignamente todos los vejámenes y luego murió en las fauces las bestias, que lamían a Blandina y mansamente se echaban a sus pies; en vista de ello, la sentaron en la silla de hierro candente y como no sufrió quemaduras, la colgaron dentro de una red a baja altura y soltaron varios toros que la cornearon hasta convertirla en un amasijo y así murió alabando a Dios, el 2 de junio del año 177. El ejemplo de estos mártires fue replicado en todo el imperio y así el cristianismo, venció a sus perseguidores. Por eso hoy, día de la festividad de los Mártires de Lyon, pidámosle a Dios que siguiendo el ejemplo de ellos, nos dé la entereza necesaria para pregonar la Buena Nueva de su amor, sin miedo a las consecuencias.