El Santo del día
26 de mayo
Santa Mariana de Jesús
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Oración a Santa Mariana de Jesús
Oh Santa Mariana de Jesús, tú que fuiste una verdadera amante de Dios y que viviste en constante servicio y amor hacia los más necesitados, te pedimos que intercedas por nosotros ante el Todopoderoso.
Te pedimos que nos concedas la gracia de vivir una vida plena y llena de amor hacia nuestro prójimo, siguiendo siempre el ejemplo que nos dejaste de humildad, caridad y entrega.
Danos fuerza para vencer las adversidades que se nos presenten en el camino y para mantener nuestra fe y confianza en Dios siempre en alto, como tú lo hiciste.
Te pedimos también por aquellos que sufren, por los enfermos, los marginados y los más necesitados, para que puedan encontrar en Dios la paz y el consuelo que necesitan.
Santa Mariana de Jesús, ruega por nosotros y guíanos siempre hacia el amor de Dios.
Amen.
El indio iracundo ante la sospecha de que su mujer le era infiel, la tomó del pelo y al amparo de la madrugada se la llevó arrastrada hacia un bosque cercano en donde la apaleó sin misericordia, luego la estranguló, la lanzó por un precipicio y retornó a la casa de sus patrones como si nada y mientras esto ocurría, Mariana de Jesús, que en ese momento oraba en su celda en la parte posterior del caserón, vio desfilar el macabro hecho como si fuera la escena de una película de terror. Cuando despuntó el alba, Mariana de Jesús salió como de costumbre para la misa y en el camino le contó el suceso a un comerciante amigo y de paso le pidió que recogiera el cadáver y se lo trajera, misión que su emisario cumplió con exactitud.
Con la delicadeza del caso, depositó a la difunta en su cama y Mariana de Jesús comenzó a masajearla y a orar fervientemente. Al cabo de una hora, la muerta, comenzó a desperezarse como si saliera de un sueño profundo y sin las secuelas de las heridas que le había infligido su marido y le contó que en medio de la paliza se le había aparecido Mariana de Jesús, instándola a que tuviera fe en Dios. Antes de finalizar el día, la india ya estaba trabajando en la cocina de la casa y el marido arrepentido, buscó a la santa para pedirle perdón.
Mariana de Jesús Paredes y Flores, (nacida el 31 de octubre de 1618, en Quito, Ecuador), quedó huérfana de padre y madre a los siete años, entonces su hermana Jerónima y su esposo, se hicieron cargo de ella y la pusieron en manos de los mejores preceptores de la ciudad, de quienes recibió la educación básica, pero además le enseñaron a cantar y a tocar guitarra y vihuela, destrezas que puso al servicio de su acendrada piedad cristiana, pues todo el tiempo se lo pasaba orando y cantándole a Dios y de esa entrega, contagió a sus sobrinas –que eran de su edad–, con las que pretendió huir de la casa, varias veces, para evangelizar a los indios, pero por ser menores de edad, siempre eran devueltas a la casa. En vista de ese deseo incontenible de abrazar la vida religiosa, su hermana la presentó en el convento de las franciscanas, pero por ser tan joven no fue recibida. Convencida de que entonces su servicio a Dios no estaba en el claustro, a petición suya le construyeron una pequeña celda en la parte posterior de la casa y nunca más –excepto para ir a misa y comulgar– volvió a salir de allí.
Mariana de Jesús usaba un tosco sayal, dormía en el piso sobre un relleno de piedras y arena y su cabecera era un tosco tronco de madera, oraba durante 22 horas al día, ayunaba todo el tiempo y la despensa de la casa –con permiso de su cuñado–, la repartía entre los pobres, pero por más que regalara, siempre estaba colmada. Los que tenían conflictos buscaban su consejo y siempre salían reconciliados, los enfermos retornaban a sus casas milagrosamente curados y hasta una sobrina suya que murió después de recibir la patada de una mula en la cabeza, fue resucitada por ella.
A causa de una seguidilla de terremotos que en 1645 destruyeron la ciudad de Riobamba y afectaron seriamente a Quito, con la subsecuente epidemia que mató a diez mil indios y dos mil españoles, Mariana de Jesús le ofreció su vida a Dios, para que cesaran las penurias y en efecto ese sacrificio fue aceptado por el Señor, pues inmediatamente se detuvieron los temblores y la mortandad, pero santa Mariana de Jesús, enfermó y su postración duró dos meses, al cabo de los cuales murió el 26 de mayo de 1645. Cuatro años después de ser declarada –por el gobierno de Ecuador– Heroína Nacional, fue canonizada por el papa Pío XII, en 1950. Por eso hoy, 26 de mayo, día de su festividad, pidámosle a santa Mariana de Jesús, que nos dé entereza, para sacrificarnos por los demás, si es necesario.