El Santo del día
16 de noviembre
Santa Margarita de Escocia
![](https://televid.tv/wp-content/uploads/2020/11/16jesuit_farm_st_london-286x300.jpg)
Oración a Santa Margarita de Escocia
Santa Margarita de Escocia, patrona de la paz y la compasión, te invocamos en este momento de necesidad. Tú, que viviste una vida de fe y servicio, intercede por nosotros ante el Señor. Te pedimos que nos guíes en tiempos de adversidad y que derrames tu gracia sobre nuestras vidas. Ayúdanos a encontrar la paz en medio de las tormentas y mostrar compasión y amor a quienes nos rodean. Santa Margarita, modelo de virtud y devoción, ruega por nosotros para que podamos seguir tu ejemplo de humildad y generosidad. Que tu luz brille en nuestras vidas, y que podamos ser instrumentos de paz y amor en este mundo. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, nuestro Señor.
Amén.
Preocupado porque no tenía descendencia, Eduardo el Confesor, rey de Inglaterra, envió por su sobrino, también llamado Eduardo –el último heredero legítimo de la corona– que se encontraba exiliado en Hungría, pero éste murió recién desembarcado. Entonces el piadoso monarca acogió a su esposa Ágata y a sus vástagos, Margarita y Édgar, como si fueran sus propios retoños y por eso, ambos crecieron tratados y educados con status de príncipes, pero cuando falleció el piadoso monarca, en 1066, Guillermo el Normando, atacó a Inglaterra y se quedó con el trono, lo que precipitó la huida de la viuda y sus hijos, que abordaron un barco al amparo de la noche con la idea de volver a Hungría, pero la furia de las aguas zarandeó el buque varios días, durante los cuales, los nobles fugitivos no cesaron de orar fervorosamente y de pronto, aunque escorado, el buque encalló milagrosamente en las playas de Escocia y unos pescadores los recogieron y llevaron a la presencia del rey Malcolm, que los recibió con los brazos abiertos y al instante quedó flechado por la recatada y bella Margarita –que apenas contaba 20 años–, con la que contrajo matrimonio a los pocos meses. Con este hecho, Escocia ganó por partida doble, pues Margarita pasó a la historia como la primera santa de ese país y su mejor reina.
Margarita Atheling, nacida en Hungría, en 1045, era nieta del rey san Esteban de Hungría y creció allí, porque su padre Eduardo tuvo que exiliarse desde muy joven por intrigas palaciegas en Londres y se casó con Ágata, hija de san Esteban. Esa coyuntura le permitió a Margarita formarse en un ambiente de profunda raigambre cristiana y su natural disposición a la piedad y la caridad, se desplegó rotundamente en Escocia, en donde una vez en el trono, se dedicó a cuidar, alimentar y proveer a los más pobres. Diariamente recibía en su mesa un crecido número de comensales hambrientos, a los que primero, lavaba los pies y les servía personalmente ayudada por su esposo, el rey Malcolm, al que siendo un hombre analfabeto, rudo y duro, ella atrajo, hacia la luz de Cristo y lo convirtió en el monarca más generoso, justo y misericordioso de Europa. Era tal la devoción, el amor y la confianza que el soberano depositó en su esposa, que le encomendó la administración de los recursos del reino y de hecho le consultaba a la reina Margarita, todas las decisiones importantes. Por petición de ella creó tribunales especiales para defender a los siervos de los abusos de la nobleza, abrió un orfanato en el palacio, construyó monasterios e iglesias, convocó sínodos en los que Margarita participaba activamente y por iniciativa suya, las autoridades eclesiásticas adelantaron una fructífera labor evangélica en las que la reina tomó parte y al cabo de pocos años, toda Escocia era feliz, próspera y católica.
Cuando Margarita de Escocia salía, siempre regresaba a palacio sin sus joyas, mantos y habitualmente descalza, porque todo lo regalaba y cuando ya no le quedaba nada, les pedía a sus acompañantes que hicieran lo propio, por eso para sus súbditos, era más madre que reina y ella, en su condición de soberana, amparaba los derechos de sus vasallos, los cuidaba y atendía con solícito amor maternal. Después de cumplir con sus obligaciones de consorte, consejera política y administrativa, madre y reina, Margarita de Escocia se retiraba a orar, dormía un poco al principio de la noche y a la una de la madrugada ya estaba en su capilla privada rezando y allí la sorprendía el día e inmediatamente retomaba su rutina sin ingerir alimento alguno.
Y aunque en sus oraciones siempre tenía presente la paz de su reino, presentía que la armonía no duraría mucho y así fue. En 1093, Margarita de Escocia se enfermó debido a los largos y recurrentes ayunos y para colmo de males, el rey Guillermo II de Inglaterra, penetró en territorio escocés y el rey Malcolm y Edward –el mayor de sus ocho hijos– le salieron al paso y en ese lance perdieron la vida. Al recibir la noticia –aunque aceptó el hecho con entereza cristiana– la salud de Margarita de Escocia se agravó y el 16 de noviembre de ese año, cuatro días después de la muerte de su marido, lo siguió a la eternidad.
Fue canonizada por el papa Inocencio IV, en 1250 y declarada Santa Patrona de Escocia, en 1673. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a santa Margarita de Escocia, que nos enseñe a ser caritativos independientemente de nuestra condición social.