El Santo del día
22 de octubre
San Juan Pablo II
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Oración a San Juan Pablo II
Oh San Juan Pablo II, Papa santo y amado, Guiaste a la Iglesia con corazón entregado, Tu amor por Dios y la humanidad, Inspiran nuestra fe y caridad. Con valentía enfrentaste desafíos sin par, Tu mensaje de esperanza brilló como un faro en el mar, Intercede por nosotros, oh santo ejemplar, Para seguir tu legado, en oración y amor sin cesar. San Juan Pablo II, pastor y peregrino incansable, Tu vida nos enseña a ser fuertes e inquebrantables, Ruega por nosotros ante el Señor admirable, Para que en cada paso, seamos verdaderos y amables.
Amén.
Por lo menos 40 mil peregrinos se apostaban en la Plaza de San Pedro esa tarde radiante del 13 de mayo de 1981, para escuchar la tradicional alocución de su santidad Juan Pablo II (en audiencia general de los miércoles), que versaba sobre el nonagésimo aniversario de la Encíclica Rerum Novarum, promulgada por el papa León XIII, en 1891. Ese día tenía un matiz especial, pues se cumplían 64 años de la primera aparición de la Santísima Virgen, en Fátima, y por eso, campeaba en la explanada un espíritu festivo amenizado por grupos musicales que formaban parte de las delegaciones que provenían de todo el mundo. De pronto se escuchó una estruendosa ovación que anunciaba la aparición del pontífice a bordo del campero que le servía de papamóvil y al terminar la primera vuelta los aplausos y los vivas ensordecedores encubrieron el sonido seco de los cuatro disparos que a quemarropa le descerrajó un hombre enjuto y de mirada fría, llamado Mehmet Alí Agca, que pretendió escabullirse entre la multitud, pero fue detenido mientras el papa Juan Pablo II, sangraba y se desvanecía con una expresión de beatitud inimaginable en un hombre en esas circunstancias. Un año después, el santo Padre engarzó en la corona de la Virgen de Fátima la bala que ella desvió para salvarle la vida.
Karol Józef Wojtyla (nacido el 18 de mayo de 1920, en Wadowice, Polonia), quedó huérfano a los nueve años y para entonces ya había fallecido su hermana. En 1932, perdió a su hermano mayor y en 1941, cuando ya vivía en Cracovia, su padre –que era suboficial del ejército polaco–, murió a manos de los nazis. Hasta ese momento se había destacado como estudiante, ajedrecista y pretendía estudiar filología en la universidad de Jagellonica, pero la invasión alemana lo empujó a trabajar en canteras, en fábricas de productos químicos y aunque estaba fichado por la Gestapo, logró eludirla refugiándose en una buhardilla. Este encierro reforzó su aplazada vocación religiosa que hizo efectiva en 1943 –en plena Segunda Guerra Mundial–, al ingresar al seminario clandestino del cardenal de Cracovia, Stefan Sapieha, que lo ordenó sacerdote en su propia capilla arzobispal el 1° de noviembre de 1946 y luego lo envió a estudiar al Pontificio Ateneo Angélico de Roma, en el que obtuvo su doctorado en Teología y retornó a Polonia en donde estuvo en varias parroquias, ejerció como profesor de teología en el seminario de Cracovia y en varias universidades de las que también fue capellán.
A la par, desarrolló una valiente evangelización encubierta, debido a la persecución de que era objeto la Iglesia por el régimen comunista de la posguerra, lo que le mereció el reconocimiento del papa Pío XII, que en 1958 lo nombró obispo y en 1964, en pleno Concilio Vaticano II (en el que desempeñó un papel destacado en torno a la libertad religiosa y el ateísmo moderno) Pablo VI, lo designó arzobispo de Cracovia y tres años más tarde el mismo papa lo convirtió a sus 47 años, en el cardenal más joven del siglo XX.
Tras el breve papado de Juan Pablo I, Karol Wojtila resultó electo papa a los 58 años, el 16 de octubre de 1978. Con el nombre de Juan Pablo II, comenzó el tercer pontificado más largo de la historia (después de san Pedro y Pío IX), el primero de un no-italiano, desde Adriano VI, en 1522 y el más fructífero, pues a lo largo de los 27 años de su magisterio, Juan Pablo II acudió a 129 países en 104 viajes e hizo 144 visitas pastorales dentro de Italia; redactó 14 encíclicas; creó 232 cardenales; beatificó a 1340 personas, elevó a los altares a 483 santos –más que todos los canonizados en los cinco siglos precedentes–; sentó las bases de la iglesia moderna dándole vuelo al espíritu del Concilio Vaticano II, pero manteniendo intactos los principios milenarios del catolicismo; enfrentó con denuedo al comunismo y fue determinante en el derrumbe de ese sistema político en 1989. Además, le alcanzó el tiempo a san Juan Pablo II, para escribir varios libros, entre los cuales: Cruzando el umbral de la esperanza, Don y misterio, Tríptico romano, Meditaciones, Memorias e identidad y el de poesías: ¡Levantaos! ¡Vamos!
A pesar de padecer Parkinson y otras enfermedades derivadas del atentado que sufrió en 1981, san Juan Pablo II, se mantuvo estoicamente en la silla de san Pedro, hasta su fallecimiento ocurrido el 2 de abril de 2005 y, nueve años después, fue canonizado por el papa Francisco. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a san Juan Pablo II, que nos enseñe a soportar con alegría los sufrimientos, para la gloria de Dios.