El Santo del día
1 de octubre
Santa Teresita del Niño Jesús
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Oración a Santa Teresita del Niño Jesús
Santa Teresita del Niño Jesús, Florecita de amor y humildad, que encontraste la santidad en la pequeñez, te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios. Ayúdanos a vivir con un corazón de niño, inspíranos a confiar en la misericordia divina. Que en cada pequeño acto de amor encontramos la gracia, y en cada sacrificio, la oportunidad de crecer en santidad. Santa Teresita, Doctora de la Iglesia y maestra del camino espiritual, ayudanos a vivir con humildad y confianza en Dios. Ruega por nosotros ante el Trono Celestial, para que podamos seguir tu ejemplo y amar a Dios con sencillez.
Amén.
Durante su travesía por los Alpes Suizos y la campiña italiana, Teresa de Lisieux, acompañada por su padre, se deleitaba con el majestuoso paisaje en el que veía la grandeza de Dios en cada recodo, cada hondonada, cada pico nevado y desgranaba rosarios al compás del perezoso tren, pero de cuando en cuando intercalaba en sus oraciones el humilde y apremiado ruego a la Santísima Virgen para que por su intercesión pudiera obtener del papa el permiso para vestir el anhelado hábito de las Carmelitas Descalzas.
Mientras más se acercaba a Roma, mayor era la confianza en que su petición sería aceptada y con esa certeza, Teresa de Lisieux se filó entre los peregrinos que esa mañana del 20 de noviembre de 1887, tendrían la feliz oportunidad de asistir a una audiencia con el pontífice, aunque no podrían hablarle. Cuando le llegó el turno se arrodilló ante León XIII y antes de que la bendijera, con un hilillo de voz, osadamente, le dijo: “Santísimo Padre, tengo que pedirle una gracia muy grande”. El papa sin entender lo que ocurría la miró inquisitivamente y ella aprovechó para explicarle que por su edad no la aceptaban en el convento de las Carmelitas Descalzas. Entonces el papa le replicó: “Hija mía, haced lo que vuestros superiores os digan”. Teresa insistió: “Su Santidad, si usted dice que sí, me aprobarán” a lo que él respondió: “Si Dios quiere, así será” y a continuación la joven fue discretamente retirada por los guardias. Mes y medio después, el 1° de enero de 1888, un día antes de cumplir los quince años, el obispo de Lisieux le concedió el anhelado permiso. Sin embargo tuvo que esperar hasta el 9 de abril, día en el que con el nombre de Teresa del Niño Jesús y la Santa Faz, fue por fin Carmelita Descalza.
María Francisca Teresa Martín (nacida en Alençon, Francia, el 2 de enero de 1873), perdió a su madre cuando contaba cuatro años y como para su padre, era difícil educar a cinco niñas, se trasladó a Lisieux, en donde una tía materna le ayudó a cuidarlas, pero en realidad quien la formó fue su hermana mayor, Paulina, que la condujo por los caminos de la piedad y de la acendrada devoción a la Santísima Virgen, pero cuando Teresa cumplió los nueve años, su nueva madre ingresó al convento de las Carmelitas Descalzas y ella enfermó gravemente. Luego de restablecerse, decidió seguir sus pasos, (determinación que se reforzó cuando varios años más tarde otras dos de sus hermanas: María y Leonia, también abrazaron la vida religiosa) y aunque se jugó todas las cartas, le negaron el acceso, pues según los reglamentos debía esperar hasta los 21 años para ser aceptada y sin más alternativas, acudió a la última instancia que era el papa. Y aunque la respuesta del pontífice fue ambigua, su bendición abrió la puerta.
Cumplido su sueño, Teresita del Niño Jesús se embebió en la penitencia, el ayuno, la contemplación y la permanente oración por los sacerdotes y los misioneros esparcidos en el mundo y realizaba los oficios más humildes, escondiendo sus propias debilidades físicas. Sin que mediara estudio alguno, Teresita del Niño Jesús comenzó a escribir sorprendentes obras de teatro basadas en las vidas de los santos; compuso 21 oraciones; luego se enfrascó en la poesía y escribió más de sesenta; sostuvo una nutrida correspondencia –con sacerdotes misioneros, prelados y monjas–, de la quedan más de 250 cartas; concibió un profundo y maravilloso tratado sobre la confianza en Dios, llamado El caminito y luego por orden de su hermana Paulina, que con el nombre de hermana Inés de Jesús era la superiora, Teresita del Niño Jesús comenzó a redactar su autobiografía: Historia de un alma, en la que plasmó sus experiencias espirituales y tras concluirla, agotada por la tuberculosis, murió el 30 de septiembre de 1897.
Un año después fue publicada esta obra que hasta hoy ha sido traducida a 50 idiomas y es el manual de espiritualidad de muchas comunidades. Fue canonizada en 1925, por el papa Pío XI.
24 años de vida le bastaron para convertirse en la más joven Doctora de la Iglesia Universal, título que le concedió san Juan Pablo II, en 1997. Por eso hoy, día de su festividad, dejemos que santa Teresita del Niño Jesús nos muestre el “caminito” que según sus palabras es: “El abandono del niñito que se duerme sin miedo en los brazos de su padre”.