“No te engañes, amiga, amigo, vas a ser luz el día que hagas obras de amor”
Santa Misa para la Jornada Mundial de la Juventud; Lisboa, Portugal 2023 Parque Tejo
En el Parque Tejo, un espacio de más de 90 hectáreas, se vivió la última misa de este encuentro de juventudes y peregrinos del mundo, más de 1 millón de personas se reunieron al lado del río Tajo, una frontera natural de 50 km de extensión entre España y Portugal, este lugar es un ejemplo perfecto de balance entre la naturaleza y el hombre, ya que al ser parque natural cuenta con la presencia de más de 154 especies de aves, y más de una forma de pastoreo y agricultura, un espacio lleno de respeto y amor mutuo, por la obra que hizo el Señor.
Hoy, domingo 6 de agosto, vivimos la Fiesta de la Transfiguración del Señor, una fecha que nos recuerda cómo el amor del Padre iluminó el rostro de Jesús, pero esto hay que verlo como una metáfora, no es una máscara física, por el contrario es el verdadero semblante de Jesús, el revelado a nosotros por la Palabra verdadera, por el mensaje escuchado sin miramientos de lo digno y grandioso de la bondad y misericordia de Dios.
El recibimiento del Papa no fue un acto menor, todos con las manos alzadas, cantando, saludando en medio de sonrisas y ojos esperanzadores veían cómo se desplazaba en el papamóvil Francisco, este a su vez, con esa ternura que despiden los ojos de un pastor ante la herida de su cordero más pequeño, el Papa miraba y saludaba con emoción a esos jóvenes, a quienes en la vigilia invitó a levantarse y nunca desfallecer ante los temores, obstáculos y hasta odios de un mundo superficial y vano que olvida fácilmente la humanidad del otro, cosificando e invalidando los sentimientos que vive una sociedad en un valle de lágrimas, agobiada y doliente por las acciones propias y ajenas.
En su mensaje inicial el patriarca de Lisboa, Manuel Clemente, al papa Francisco le recalcó el agradecimiento que toda la Iglesia de Portugal tiene para con él, pues como lo dijo el patriarca, el Papa es un joven más de estos asistentes a la jornada, porque su agenda no fue tranquila en esta travesía, Francisco trató de multiplicar su presencia en cuanto evento pudo realizar, para evangelizar un lugar que fue fundado con las bases de los viajeros, de los nómadas y navegantes que encontraron en Portugal un refugio, esto en palabras de Clemente.
En la homilía de la Santa Misa pudimos evidenciar un mensaje de cierre para esta Jornada Mundial de la Juventud, el Papa lanzó una pregunta, muy humana y directa, como han sido sus discursos en todos los eventos de este encuentro internacional, “¿qué nos llevamos con nosotros volviendo a la vida cotidiana?”, la respuesta, igual de sencilla, está cargada de un sentido profundo e incomparable, la enseñanza que Francisco quiere que nos llevemos luego de esta jornada está dividida en 3 partes, “resplandecer, escuchar y no tener miedo”.
“(…) Hoy nosotros necesitamos algo de luz, un destello de luz que sea esperanza para afrontar tantas oscuridades que nos asaltan en la vida, tantas derrotas cotidianas para afrontarlas con la luz de la resurrección de Jesús, porque Él es la luz que no se apaga, es la luz que brilla aun en la noche”, así podemos resumir la parte del resplandecer, Jesús ilumina nuestra vida, nos guía en el camino escabroso de la derrota, la desesperación y el desfallecer, para sacarnos a la luz cálida, sosegadora, esperanzadora, la de la transfiguración de Él, la iluminación divina que nos lleva a revelar la semblanza de nuestro corazón y nos expone ante la verdad, la única realidad que nos tiene que importar, es la de amar como el Padre: “Pero quisiera decirles que no nos volvemos luminosos cuando nos ponemos debajo de los reflectores, no, eso encandila. (…) Fuertes y exitosos, pero no luminosos. Nos volvemos luminosos, brillamos, cuando, acogiendo a Jesús, aprendemos a amar como Él”.
El papa Francisco hablaba también de “escuchar”, y así como él lo dijo: “está todo aquí, y todo eso que hay que hacer en la vida está en esta palabra: : Escúchenlo. Escuchar a Jesús, todo secreto está ahí”, en la vigilia también el escuchar fue uno de los pilares fundamentales para captar el mensaje de fondo, pues en el 2023 lo que más tenemos son distracciones, formas de evadir la realidad, de hacernos los desentendidos los unos con los otros, si no me importa el otro, si no me duele el prójimo, no sufro, no me agobio, pero tampoco amo ni me alegro, y mi corazón ciertamente no se ilumina, porque quien no quiere oír ni ver, no siente ni respira, existe pero no en la humanidad verdadera, sino en la superficial y carente de sentido.
“(…) nosotros con buena voluntad emprendemos caminos que parecen ser del amor, pero en definitiva son egoísmos disfrazados de amor. Tené cuidado con los egoísmos disfrazados de amor. Escúchalo, porque Él te va a decir cuál es el camino del amor. Escúchalo”. Al abrir nuestro corazón al mensaje real, al divino, el que nos entrega el Padre a través de Jesús nos damos cuenta que toma sentido la última enseñanza, “no tener miedo”, ¿qué miedo hemos de tener si nos guíamos por lo que nos dice el corazón? Desde el amor, el miedo se ve insólito, eso es lo que nos enseña la transfiguración; el resplandecer al escuchar, atentamente y sin distracciones, el mensaje de Dios nos lleva a no tener miedo, a lanzarnos de lleno al amor, “(…) a ustedes que cultivan sueños grandes pero a veces ofuscados por el temor de no verlos realizarse; a ustedes, que a veces piensan que no serán capaces, un poco de pesimismo se nos mete a veces; a ustedes, jóvenes, tentados en este tiempo por el desánimo, por juzgarse quizás fracasados o por intentar esconder el dolor disfrazándolo con una sonrisa; a ustedes, jóvenes, que quieren cambiar el mundo —y está bien que quieran cambiar el mundo— y que quieren luchar por la justicia y la paz; a ustedes, jóvenes, que le ponen ganas y creatividad a la vida, pero que les parece que no es suficiente; a ustedes, jóvenes, que la Iglesia y el mundo necesitan [como] la tierra necesita la lluvia; a ustedes, jóvenes, que son el presente y el futuro; sí, precisamente a ustedes, jóvenes, [Jesús] hoy les dice: «No tengan miedo».
El cardenal Kevin Pharrell, en un acto de agradecimiento habló desde su perspectiva, dejándonos frases como: “los jóvenes han sido peregrinos de paz (…) testimoniando así que la amistad, la caridad y la paz no son una utopía”, dando además cuenta de la importancia de las acciones de los jóvenes en el mundo, recordándonos que las guerras, la pandemia y los tantos obstáculos que la humanidad pone enfrente de las personas buenas, no son espolones suficientes para frenar las oleadas de amor, fe y entrega que esta generación de jóvenes está dispuesta a dar, siempre de la mano “de la Virgen, como compañera de viaje en esta vida”.
En un acto de humildad, antes de sus palabras de agradecimiento a todos quienes participaron de esta jornada, discurso previo al Ángelus, el papa Francisco regaló a un grupo de jóvenes representantes de cada continente una cruz peregrina, con esto nos demuestra que el mensaje no se queda ahí, en Portugal, en un evento hermoso pero efímero, nos entrega como jóvenes y creyentes la batuta de la evangelización, de la entrega constante de amor y luz al otro, y recordemos, no bajo el spot de la falsa abnegación y compasión, sino a través de los ojos de Dios, de su corazón y su Palabra, que es silenciosa en la realidad mundana, pero fuerte y contundente ante los oídos que están prestos a escuchar.
El mensaje principal de esta Santa Eucaristía fue sin duda el renacer en la luz de Cristo, resplandecer dentro de su Palabra, lejos del egoísmo, los miramientos y pretensiones que la sociedad nos impone, en definitiva, la entrega total al camino iluminado por el axioma que es el primer mandamiento, “Amar a Dios sobre todas las cosas”, ¿a través de qué? Del camino sin pérdida, sin baches, que es la humildad, la sencillez, el desapego y el desenmascaramiento del corazón, disponiendo los oídos y el corazón ante la Palabra única y verdadera, sin miedo a enfrentar los obstáculos que la vida cotidiana nos ponga enfrente.
Para finalizar, se hace eco de esta sugerencia y sueño que el papa Francisco nos regaló en su discurso final: “Mantengan presente en su mente, en su corazón, los momentos más hermosos para que así, cuando lleguen los momentos de cansancio, de desánimo, que son inevitables, y tal vez la tentación de dejar de caminar o encerrarse en ustedes mismos, con el recuerdo, reviven las experiencias y la gracia de estos días, porque, no lo olviden nunca, esta es la realidad, estos son ustedes, el Santo Pueblo, fiel de Dios que camina con la alegría del Evangelio. (…) amigos, permitan que también yo, ya viejo, comparta con ustedes jóvenes un sueño que llevo en el corazón, el sueño de la paz; el sueño de los jóvenes que rezan por la paz, viven en paz y construyen un futuro de paz”.