El Santo del día
21 de mayo
Santa María Magdalena de Pazzi
Oración a Santa María Magdalena de Pazzi
Oh, Santa María Magdalena de Pazzi, tú que viviste una vida llena de amor y devoción hacia Dios, escucha mi oración.
Te pido que intercedas ante nuestro Señor Jesucristo en mi nombre y me ayudes a encontrar la fuerza y la sabiduría para seguir Su camino.
Que tu ejemplo de humildad y entrega total a Dios me inspire a vivir una vida más plena, en la que siempre busque la voluntad divina por encima de mis propios deseos.
Te pido que me ayudes a tener fe en momentos de duda, a encontrar paz en medio de la tormenta y a confiar siempre en el amor infinito de nuestro Padre celestial.
Santa María Magdalena de Pazzi, te ruego que me concedas tu bendición y que siempre estés a mi lado, guiándome en el camino hacia la eternidad.
Amen.
Como en su momento lo hizo santa Catalina de Siena, con Gregorio XI, también María Magdalena de Pazzi conminó al papa Sixto V, para que sacudiera a la sociedad y a la jerarquía eclesiástica de la modorra en la que estaban sumidas, producto de la relajación moral y el hedonismo, que eran consecuencia del espíritu renacentista –que según ella–, fomentaba la molicie, la lujuria, el enriquecimiento personal y el culto al ego, lo cual con mayor razón, era más dañino para el clero que había abandonado los ideales del evangelio, dejando al garete al pueblo católico, al que se debía esa casta, “diabólicamente principesca”, como la llamaba. Pero la diferencia entre las dos santas radicaba en el hecho de que santa Catalina de Siena, era una diplomática consumada, mientras que María Magdalena de Pazzi reproducía lo que Dios le dictaba en sus éxtasis y sus hermanas –como ella no era consciente–, copiaban lo que decía. Aunque nunca recibió respuesta, su acción sí se reflejó en las admoniciones con las que el Santo Padre metió en cintura a los cardenales.
Caterina de Pazzi, (nacida el 2 de abril de 1566, en Florencia, Italia), desde muy pequeña se dedicó a la oración y a la contemplación, tanto que con apenas diez años, el sacerdote convino en darle la primera comunión, a pesar de que este sacramento se administraba después de los 14 años. Justo a esa edad, pidió permiso y lo obtuvo, para permanecer un año en el convento de las religiosas de san Juan de los Caballeros; al cumplir este plazo regresó a casa y sus padres, entonces, intentaron casarla, pero Caterina se negó aduciendo que ya había hecho votos de castidad personal a Dios y ante su empecinamiento, le otorgaron permiso para tomar los hábitos en el convento carmelita de santa María de los Ángeles, de Florencia, en 1582.
Una vez en el claustro ya con el nombre de María Magdalena, se distinguió por su encendida pasión por el Señor, pero su celo la llevó hasta el límite de sus fuerzas y cayó enferma, por lo que su confesor y la superiora del monasterio, que temían por su vida, acordaron que hiciera su confesión religiosa en su propio lecho, el 27 de mayo de 1584. Recuperada milagrosamente, en los siguientes cuarenta días estuvo sumida en un delirio místico del que solo salía para comulgar y volvía a él. Pasado este lapso, se reincorporó a sus oficios asignados e intensificó sus períodos de oración; no obstante tuvo que afrontar durante cinco años una tremenda lucha interna salpicada de resequedades espirituales y desbordamientos místicos.
Una vez apurado este trago amargo, la vida de María Magdalena de Pazzi se convirtió en un continuo éxtasis (tanto que la historia la conoce como la santa extática) y como durante ellos, recibía indicaciones, mensajes y revelaciones de Jesús y de la Virgen María, las recitaba a plena voz, por lo que su abadesa designó a seis monjas –que la seguían a todas partes, por turnos, día y noche–, para que anotaran todo lo que dijera y de allí surgió una extensa y brillante obra: Los cuarenta días, Los coloquios, Las revelaciones e inteligencias, La prueba y La renovación de la Iglesia, de la que surgieron las cartas al papa y a santa Catalina de Ricci.
El Jueves Santo de 1585, santa María Magdalena de Pazzi, se remontó en un éxtasis de 26 horas, a cuyo término, recuperó el conocimiento pero transida de dolor por las heridas de la pasión de Cristo, que le aparecieron en ese trance y se evidenciaban en su cuerpo sin que llegara a sangrar; estos estigmas la acompañaron hasta su muerte ocurrida el 25 de mayo de 1607. Fue canonizada por el papa Clemente IX, el 28 de abril de 1669. Por eso hoy, 21 de mayo, día de su festividad, pidámosle a santa María Magdalena de Pazzi, que nos enseñe a vivir a Dios, con la intensidad que ella experimentó.