El Santo del día
29 de enero
San Pedro Nolasco
Oración a San Pedro Nolasco
Oh San Pedro Nolasco, fiel siervo de Dios, Fundador de la Orden de la Merced, En tu ferviente deseo de liberar a los cautivos, Ofreciste tu vida por el prójimo con fe. Tu corazón ardía en caridad sin fin, Rescatando a los oprimidos con amor, Guiado por la gracia divina, un camino sin fin, Entregaste todo por el bien del necesitado con fervor. Oh Santo Patrono de los cautivos y esclavizados, Intercede por aquellos que sufren opresión, Que tu ejemplo de amor y sacrificio iluminado, Inspire al mundo a luchar por la liberación. Que en tu espíritu de redención y compasión, Encontremos la fuerza para ayudar a los que sufren, Guiados por tu amor y entrega sin condición, Que la libertad y la paz sean su dulce retorno.
Amén.
Durante quince años, con su propio patrimonio y la ayuda de sus amigos, había logrado rescatar de las manos de los moros a miles de prisioneros cristianos que se consumían en las mazmorras del norte de África, pero ya no tenía recursos para continuar con esta loable misión y por eso el comerciante Pedro Nolasco estaba a punto de tirar la toalla: la razón le advertía que la magnitud del problema era superior a sus esfuerzos, pero su corazón le recordaba constantemente las palabras de Jesús: “Estuve preso y me fuisteis a visitar. Todo el bien que le habéis hecho a cada uno de estos necesitados, lo recibo como si me lo hubierais hecho a mí mismo” y en medio de su desolación, puso sus esperanzas a los pies de la Virgen, que no tardó en responderle, porque la noche del 2 de agosto de 1218, se le apareció y le dijo que no tuviera miedo de fundar una orden dedicada a la redención de los cautivos. Al otro día, Pedro Nolasco se entrevistó con el rey Jaime I de Aragón, a quien quería transmitirle el mensaje y se quedó de una pieza al saber que el soberano había tenido la misma visión y juntos fueron a consultarle a san Raimundo de Peñafort, –que a la sazón era el archidiácono de la catedral de Barcelona– y cuál no sería el asombro de ambos, al saber que la Santísima Virgen le dio el mismo mensaje y a la misma hora que a ellos. Una semana después, el arzobispo de Barcelona, Berengario de Paulou, presidió la ceremonia de creación de la Orden de la Virgen María de la Merced de la Redención de Cautivos, cuyos miembros en adelante fueron conocidos como Mercedarios.
Pedro Nolasco (nacido en Barcelona, España, entre los años 1180 y 1182), creció en un piadoso ambiente cristiano y aunque tuvo una educación básica. Desde muy temprano aprendió de su padre la profesión de mercader, de tal forma, que cuando contaba quince años, al morir su progenitor, asumió la dirección del negocio familiar y en esa condición visitó el norte de África para negociar con los moros, por eso pudo constatar las deplorables condiciones en las que vivían los prisioneros cristianos, situación que le cambió la vida radicalmente, porque a su regreso a Barcelona –con el permiso de su madre–, Pedro Nolasco vendió buena parte de sus bienes y con lo producido logró rescatar a trescientos cautivos. Atraídos por su altruismo, varios mercaderes se le unieron y juntos destinaban buena parte de sus ventas para pagar los onerosos rescates, establecieron casas de acogida en las que los recién liberados recibían ropa, alimentos, cuidados médicos y asistencia espiritual hasta que se recuperaban física y espiritualmente. Pero luego de quince años de ardua y callada labor, el entusiasmo de los colaboradores y los recursos se agotaron y entonces Pedro Nolasco se vio enfrentado a la disyuntiva de renunciar a su misión e ingresar a un convento o seguir en su empeño, sin tener con qué. Fue entonces cuando se le apareció la Virgen.
Una vez constituida la Orden de los Mercedarios, –cuyos miembros debían tomar el lugar del cautivo si no tenían dinero para pagar el rescate– el rey Jaime I de Aragón, le donó a Pedro Nolasco, el Hospital de Santa Eulalia, que en adelante fue el cuartel general de sus operaciones y centro de acogida de los rescatados. El entusiasmo que despertó la obra, se tradujo en la ayuda masiva de la ciudadanía de Barcelona y de la de Valencia, que también le abrió sus puertas. En cuestión de pocos años, Pedro Nolasco –como superior general–, fundó 18 conventos y el número de monjes llegó a cien, eso le permitió crear una eficiente red de recolección de fondos en otras ciudades. Todo eso contribuyó para que el papa Gregorio IX aprobara oficialmente la Orden de los Mercedarios en 1235 y así la congregación amplió su radio de acción a Francia y a otros países, lo cual se reflejó en el aumento de los presos liberados, cuyo número –calculan los Mercedarios–, ascendió a 80 mil, cifra contada a partir del primer rescate efectuado por san Pedro Nolasco y hasta el día de su muerte acaecida en Barcelona el 6 de mayo de 1245. Fue canonizado por el papa Urbano VIII, en 1628. Por eso hoy, 29 de enero, día de su festividad, pidámosle a san Pedro Nolasco, que nos rescate de la prisión del pecado.
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