El Santo del día
11 de abril
San Estanislao, Obispo y Mártir

El rumor que recorría las calles de Cracovia, era la comidilla en los banquetes de los nobles y motivo de censura en las conversaciones del clero, pero nadie se atrevía a levantar la voz y condenar la reprobable conducta del impetuoso rey Boleslao II, que con la desfachatez del caso exhibía a la hermosa Cristina –esposa del desterrado Miecislao, señor del Palatinado de Sirad–, a la que había intentado seducir con joyas, regalos suntuosos y con la promesa de que la haría reina y como ella se negara tajantemente la raptó e instaló en su propio palacio, la obligó a comparecer en las fiestas de la corte, la incluyó en sus partidas de caza y compartía con ella el lecho en una alcoba cercana a la recámara real en donde dormía su consorte oficial. Cuando el obispo Estanislao, la figura eclesial más prominente, amada y respetada de Polonia, se enteró de la situación, irrumpió en el salón del trono, encaró a Boleslao II y delante de su consejo de ministros le recriminó su comportamiento porque su ejemplo pervertía a los súbditos y lo conminó a volver al camino recto, so pena de excomunión; sin esperar respuesta, el obispo Estanislao salió discretamente, mientras el rey recuperado de su sorpresa inicial, le lanzó una andanada de insultos, lo tildó de traidor y de manera desafiante hizo –desde ese momento–, mayor ostentación de su relación adúltera.
Estanislao (nacido en Szczepanow, Polonia, el 26 de julio de 1030), pertenecía a una familia noble en cuyo seno fue formado dentro de los más rigurosos preceptos católicos, que forjaron su personalidad devota, piadosa, misericordiosa y con una evidente inclinación a servir a los pobres que en su casa eran acogidos y atendidos por él, a pesar de su corta edad. Estas cualidades fueron determinantes en su educación que comenzó en Cracovia y luego continuó en la universidad de Lieja en donde adelantó su especialización en filosofía, se doctoró en teología y estuvo en contacto con los maestros de Chartres y París –entre ellos el famoso Abelardo–, que propugnaban por un combativo renacimiento religioso como contraparte de un sector de la Iglesia que disfrutaba del poder temporal y exhibía sin pudor una dañina laxitud moral que había alejado a los feligreses de los templos. Con este bagaje cultural y religioso retornó a Polonia y en Cracovia, el obispo Lamberto Zula lo ordenó sacerdote, lo nombró canónigo de la catedral y le encargó parte de la administración de su diócesis. Al morir el titular de esta prelatura, en 1072, Estanislao, fue nombrado en su reemplazo por aclamación del pueblo con el respaldo del papa Alejandro II.
Desde ese momento, Estanislao comenzó una profunda reforma estructural del obispado que incluyó la enmienda de los díscolos clérigos que actuaban como ruedas sueltas; abrió las arcas de la diócesis para socorrer a los más desvalidos, fundó monasterios, construyó iglesias y se convirtió en la conciencia moral de la corte polaca a la que censuraba su vida disipada y ni siquiera el rey Boleslao II, escapó de sus admoniciones a las que les fue elevando el tono en la medida en que el monarca excedía los límites de sus atributos, transgredía los preceptos morales y saltaba de cama en cama, hasta que el rapto de la bella Cristina, rebosó la copa y entonces el obispo Estanislao, después de amonestarlo severamente y ante la contumacia de su conducta, lo excomulgó.
Al sentirse humillado, porque el prelado no le permitió la entrada a la catedral, Boleslao decidió quitarlo de en medio y para cumplir su cometido, fue hasta la iglesia de san Miguel en las afueras de Cracovia en donde Estanislao celebraba una eucaristía, el 11 de abril del año 1079, pero como sus esbirros se sintieron atemorizados y se negaron a ejecutar su orden, el mismo Boleslao II, llegó espada en mano al altar, de un mandoble le partió el cráneo, arrastró su cadáver hasta el atrio, lo hizo descuartizar y ordenó que los despojos de san Estanislao, fueran dejados a la intemperie de donde los rescataron unos piadosos feligreses que los enterraron en una cripta en la misma iglesia. Fue canonizado por el papa Inocencio IV, en el año 1253. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a san Estanislao, que nos dé la suficiente valentía para corregir a los descarriados de la fe.