El Santo del día
30 de noviembre
San Andrés, Apóstol
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Oración a San Andrés, Apóstol
Oh San Andrés, Apóstol fiel de Jesús, testigo de Su vida y Su enseñanza, te honramos y te invocamos en este día. Tú que respondes al llamado de Cristo y llevas la Buena Nueva a muchas tierras, ruega por nosotros para que podamos seguir tu ejemplo de obediencia y devoción al Señor. Ayúdanos a ser pescadores de almas, a traer a otros a la fe en Cristo ya vivir de acuerdo con Sus enseñanzas de amor y verdad. San Andrés, ruega por nosotros y alcánzanos la gracia de unirnos a Cristo en la eternidad de Su Reino.
Amén.
El pescador Andrés escuchaba fascinado el urticante verbo de Juan el Bautista, que envuelto en una áspera piel, con su pelo hirsuto, su mirada centelleante y con el agua del río Jordán a los tobillos, reprendía con su voz tonante a los dirigentes judíos y los llamaba al arrepentimiento: De pronto, el Bautista moderó el tono de su voz y serenó su expresión al observar a un espigado hombre de unos 30 años que avanzaba majestuosamente por entre la gente; entonces el viento amainó, los pájaros dejaron de gorjear, el rumor del agua cesó y el profeta –señalándolo– dijo suavemente: “Este es el Cordero de Dios”. Todas las miradas se dirigieron al recién llegado y Andrés con su compañero, atraídos por Él –como si fuera un imán– le siguieron en silencio a prudente distancia y cuando estaban lo suficientemente lejos de la multitud, Jesús, volteó a mirar y les preguntó: “¿Qué buscáis?”. Andrés le respondió: “Rabí, ¿dónde vives?” y Jesús contestó: “Venid y lo veréis”, y luego de llevarlos donde se quedaba, permanecieron con el Señor el resto de la tarde. A continuación, Andrés fue por su hermano Simón y se lo presentó a Jesús. Poco después, el maestro se acercó a la orilla del lago de Galilea, en el que los hermanos Andrés y Simón echaban las redes y el Maestro les dijo: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres”; ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Desde ese momento, Andrés, el primer apóstol convocado (por eso la iglesia bizantina le otorgó el título de “Protóklitos”, que significa: Primer llamado), se ató a Jesús para siempre.
Andrés (nacido en Betsaida, al norte del mar de Galilea –o lago de Tiberiades–) que era un pescador por tradición, se sintió atraído por el crudo mensaje de Juan el Bautista (contra la anquilosada clase sacerdotal y la opresiva casta dominante que encabezaba Herodes Antipas) y durante algún tiempo fue uno de sus más entusiastas seguidores, hasta que Jesús lo escogió como su primer apóstol y desde entonces, con su hermano Pedro, encabezó el colegio apostólico sobre el que tenía un indudable ascendiente por su prudencia, tacto, capacidad organizativa y sentido común para solucionar los problemas del grupo, como ocurrió cuando al otro lado del mar de Galilea la multitud que seguía a Jesús estaba hambrienta y el Maestro preguntó: “¿Dónde compraremos panes para que coman todos ellos?” y el recursivo Andrés sacó a relucir su fe al responderle: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces. Pero, ¿Qué es esto para tanta gente?” y a continuación Nuestro Señor realizó el milagro de los panes y los peces. El mismo Andrés fue el mediador para que Jesús recibiera en Jerusalén –antes de la Pascua– a los griegos y delante de ellos anunciara: “Ha llegado la hora en que va a ser glorificado el Hijo del Hombre”.
Tras la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, el apóstol Andrés, después de recibir el Espíritu Santo, en Pentecostés, salió a evangelizar en Grecia, y en la región de Epiro obtuvo numerosas conversiones, luego pasó a Acaya, logrando resultados sorprendentes, lo que acrecentó su fama y con ella los peligros, puesto que por ser colonia romana, sus autoridades veían con preocupación la penetración de esa “secta cristiana” que estaba alejando a los paganos de sus dioses y por eso en la ciudad de Patras, que se paralizó a su llegada, el gobernador lo apresó y lo condenó a morir crucificado en una cruz en forma de X, –a la que desde entonces se le conoce como “Cruz de San Andrés”–, pero como sólo fue atado a ella, san Andrés aprovechó los tres días de su agonía para predicar y ensalzar a Cristo y con ello consiguió que todo el pueblo abrazara la fe cristiana. Por lo tanto san Andrés, considerado el padre de la iglesia oriental –fiel al rito romano–, es el santo patrono de Rusia, Rumania, Escocia, Ucrania, Sicilia y hasta en Colombia, el archipiélago de San Andrés y Providencia, está consagrado a su nombre. Por eso hoy, 30 de noviembre, día de su festividad, pidámosle a san Andrés, que nos dé confianza para seguir incondicionalmente a Jesús, cuando nos llame.