El Santo del día
5 de septiembre
Madre Teresa de Calcuta, Santa
Oración a Madre Teresa de Calcuta, Santa
Santa Teresa de Calcuta, intercesora ante Dios, tú que dedicaste tu vida a servir a los más necesitados, ruega por nosotros y por el mundo entero. Que tu ejemplo de amor incondicional y entrega desinteresada nos inspire a llevar alegría y esperanza a quienes nos rodean. Ayúdanos a ver el rostro de Cristo en cada persona, especialmente en los más vulnerables. Santa Teresa de Calcuta, modelo de caridad y compasión, te pedimos que intercedas por nosotros ante Dios.
Amén.
La hermana Teresa, hambrienta y exhausta de tanto caminar buscando un sitio para albergar a sus abandonados, sentía la tentación de volver al abrigo y seguridad de su convento de Loreto, en Darjeeling, pero una fuerza interior la empujaba a continuar –según sus compañeras y superioras– con la descabellada idea de dedicar el resto de su vida a rescatar de las calles de Calcuta a los parias (también llamados “Intocables” porque pertenecen a la clase inferior del sistema de castas de la India y no poseen ningún derecho), que tirados en las calles, sucumbían abrumados por el hambre y las enfermedades ante la mirada indiferente del sistema de salud y del gobierno manejado por las castas superiores. Las últimas dudas se disiparon mientras caminaba por una intrincada callejuela atestada de cadáveres vivientes, entre los cuales divisó a una mujer abandonada en la mitad del callejón que con débil respiración espasmódica y paralizada por la debilidad y el terror, soportaba estoicamente las dentelladas de enormes ratas que se disputaban su cuerpo cubierto –además– por un denso enjambre de feroces hormigas.
Entonces sacando fuerzas de flaqueza, la enjuta pero valiente monja, les arrebató la presa y con ella a cuestas, emprendió veloz carrera hasta el hospital en el que le dijeron –sin ningún pudor–, que nada podían hacer por la infeliz, pero la hermana Teresa les respondió que no se movería de allí hasta que no la atendieran y al ver su determinación los médicos se hicieron cargo de la moribunda pero aunque trataron de apartarla, la empecinada religiosa permaneció junto a la enferma hasta que murió en sus brazos. Del hospital salió hacia el ayuntamiento en el que la noticia sobre su acción temeraria ya era comentario obligado de los funcionarios y por eso el responsable de la salud pública la recibió con admiración e inmediatamente accedió a su solicitud y le adjudicó un templo abandonado de la diosa Kali, en el que la madre Teresa de Calcuta abrió en 1952, su primer hogar para enfermos terminales.
Agnes Gonxha Bojaxhiu (nacida el 26 de agosto de 1910, en Skopie, actual Macedonia), era hija de albaneses y al quedar huérfana de padre a los nueve años, su madre orientó su formación hacia una profunda devoción católica que muy pronto dio sus frutos porque la piadosa niña ingresó al coro de su parroquia, el mismo que –a pesar de su corta edad– dirigía cuando el maestro estaba ausente y así, se incorporó a la congregación mariana de la localidad en la que se destacó por su evidente vocación de servicio, que alimentó con la lectura permanente sobre la vida de los santos y de los misioneros jesuitas que por aquella época evangelizaban en Bengala, y con la idea fija de ser misionera en India, pidió en 1928, ser admitida en la congregación de Nuestra Señora de Loreto, en Irlanda, porque allí podría aprender inglés, idioma que le habría de ser muy útil en ese país asiático al que llegó a principios de 1929. En el monasterio de Darjeeling terminó su noviciado, su capacitación como maestra, aprendió bengalí y al formular sus votos de castidad, pobreza y obediencia, en 1931, optó por el nombre de María Teresa –en honor de santa Teresa de Lisieux–, el cual estrenó como profesora del Colegio de Santa María de Entally, en Calcuta, en el que ejerció la docencia por más de veinte años, hasta que en 1946, fue ascendida a rectora de la institución. A pesar de que estaba satisfecha de su trabajo porque lo entendía como una forma efectiva de evangelización, sentía una permanente desazón interior ante la cruda y patética realidad de las calles de Calcuta, atiborradas de desamparados, de enfermos irredentos y moribundos que expiraban entre el fango, las ratas y la indiferencia estatal y social.
Resuelta a remediar esta situación la madre Teresa acudió al llamado que Dios le hacía y luego de recibir una capacitación básica de medicina en París, retornó a Calcuta, vistió el sari blanco con bordes azules y se lanzó a las calles a lavar enfermos, a consolarlos y ayudarlos a buen morir, pero a todas luces lo que hacía no era suficiente, por eso realizó otro curso de enfermería con las Hermanas Misioneras Médicas de Patna y volvió a las callejuelas; dada su labor abnegada, algunas de sus antiguas alumnas se le unieron y tras adoptar la ciudadanía india en 1950, la madre Teresa de Calcuta abrió su primer hogar para niños y con un permiso provisional de la Santa Sede, fundó la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Caridad, con quienes recogía a los desnudos, hambrientos, alcohólicos, ciegos, discapacitados, ancianos sin hogar y leprosos, que atendía en hogares de paso, hasta que en 1952 le fue adjudicado un templo abandonado de la diosa Kali –llamado Kaligaht, la Casa del Corazón Puro– que se constituyó en su primer hospicio para moribundos; tres años más tarde abrió el Hogar del Niño del Inmaculado Corazón y el leprocomio de Shanti Nagar.
De ahí en adelante su labor silenciosa se hizo más visible y comenzó a enviar a sus hermanas a distintas ciudades de India y poco después amplió su radio de acción a varios países comunistas –incluida su patria, Albania–, a Roma, Venezuela, Tanzania y luego de que el papa Pablo VI aprobara oficialmente la Orden en 1965, empezó a extenderse por todo el mundo, gracias a los aportes de varios gobiernos, entidades altruistas, a los dineros procedentes de los diversos reconocimientos recibidos y que comportaban premios en metálico, como el Nobel de la Paz, en 1979, el Jawarharlal Nehru (máximo galardón de India), el Good Samaritan otorgado por la fundación Joseph Kennedy, el Premio Internacional por la Paz Juan XXIII y muchos otros. Así se garantizó la expansión de su obra y con el fin de que fuera más efectiva su labor, la madre Teresa de Calcuta fundó las congregaciones de los Hermanos Misioneros de la Caridad y de los Padres Misioneros de la Caridad.
Al final de su vida, a su febril actividad se agregaron la malaria, problemas cardiacos y varias caídas en las que sufrió fracturas de clavícula y costillas; todos estos factores deterioraron progresivamente su salud y murió a los 88 años en medio de la veneración de todo el mundo, el 5 de septiembre de 1997. La madre Teresa de Calcuta fue canonizada por el papa Francisco, el 4 de septiembre de 2016. Por eso hoy, día de su festividad, pidámosle a la madre Teresa de Calcuta, que nos enseñe a ser consuelo de los abandonados y moribundos, en el nombre de Dios.
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