El pesebre en el que nació el Niño Dios es uno de los símbolos de humildad más hermoso, pues ÉL se hizo tan pequeño para salvarnos que no dudó incluso en nacer en ese sencillo e incómodo lugar. La escena de la natividad hoy nos hace pensar en todas aquellas personas que padecen hambre, frío, carencias, soledad y desplazamiento. Podríamos decir que hoy en día siguen existiendo pesebres vivientes con, lamentablemente, innumerables seres humanos que viven en condiciones deplorables, ¿qué podemos hacer como Cristianos al respecto?, cada uno tiene mucho por compartir y no necesariamente estamos hablando de recursos económicos.

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El solo hecho de escuchar a alguien, de regalarle una sonrisa o un abrazo ya es bastante. El aprovechar nuestro tiempo libre siendo voluntario de alguna fundación sería maravilloso…y si nuestros recursos nos alcanzan para contribuir un poco a trabajar por conseguir la anhelada justicia social no dudemos en hacerlo; siempre será mucho más gratificante dar que recibir.

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Es básico que como Cristianos vayamos a la Sagrada Eucaristía y seamos seres humanos para quienes la oración es fundamental cada día; pero si esa oración no nos impulsa a la acción que nos lleve a ayudar a quienes tanto lo necesitan, entonces deberíamos cuestionarnos cuál es la fe que profesamos.