El Santo del día
14 de septiembre
Exaltación de la Santa Cruz
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Oración de la Exaltación de la Santa Cruz
En el día de la Exaltación de la Santa Cruz, Oh Cruz gloriosa y redentora, que llevaste el peso del mundo por amor, te veneramos y te bendecimos. En este día especial, recordamos el sacrificio de Cristo, quien entregó su vida por nuestra salvación. Te pedimos que nos guíes en nuestros propios sacrificios, y nos des la fuerza para cargar nuestras cruces con amor. Que la Cruz sea para nosotros signo de esperanza, recordándonos que del sufrimiento puede surgir la redención. Con humildad y gratitud, nos postramos ante ti, buscando la gracia de Dios y el don de la vida eterna. Santa Cruz, símbolo de amor y victoria, Te exaltamos y te alabamos en este día.
Amén.
Mientras caía la tarde, Constantino, muy preocupado, daba vueltas por el campamento pensando en la forma en que debería enfrentar a su rival Majencio, en la crucial batalla que –al otro día–, decidiría su futuro y el destino de Roma. A punto de ponerse el sol, miró hacia el horizonte y de pronto varias nubes plomizas empezaron a moverse rápidamente, formaron una gigantesca cruz y se quedaron estáticas. Al instante cesó la suave brisa de otoño, extrañamente todo se aquietó y como si estuviera escrita con letras de algodón recostadas contra el cielo azul, apareció –junto a la cruz– la frase: “In hoc signus vinces”, que significa: “Con este signo vencerás”. Entonces, Constantino, ordenó que los estandartes de su ejército llevaran impresa una cruz, la misma que también fue pintada en los escudos de todos los soldados. Al día siguiente, 28 de octubre del año 312, chocaron en el puente Milvio, las descomunales fuerzas de los dos emperadores, pero las tropas de Majencio atemorizadas por las vigorosas cargas del enemigo y por la cantidad de cruces que campeaban en todo el frente, empezaron a huir en desbandada y Majencio, desprotegido, cayó al río Tíber y se ahogó.
Entonces por convicción y agradecimiento, Constantino, el triunfador, adoptó el cristianismo como religión oficial del imperio y después de contarle a su madre la historia de la visión que lo condujo a la victoria, santa Elena decidió ir a Jerusalén a buscar la cruz en la que fue crucificado Jesús, y en efecto en el año 326 –cuando contaba 80 años–, hizo cavar en el sitio que la tradición señalaba como el Gólgota. Allí encontró las cruces y para corroborar cuál era la legítima, tocó con las tres a un moribundo, una de ellas lo sanó y con esa prueba fue aceptada como la Veracruz, que significa: “La Verdadera Cruz”. Inmediatamente mandó a construir, en ese lugar, la iglesia del Santo Sepulcro, que con el tiempo se convirtió en el santuario más venerado de la cristiandad.
Santa Elena determinó fragmentar la Veracruz en tres partes: una quedó en el templo del Santo Sepulcro en Jerusalén, la segunda fue a parar a Constantinopla –en donde vivía Constantino– y la tercera fue llevada por santa Elena a Roma, de la que se tomaron astillas que luego fueron repartidas entre las iglesias más importantes de la cristiandad; no obstante el centro de todas las peregrinaciones era Jerusalén, pero en el 614 el rey persa, Cosroes II, se tomó la Ciudad Santa, arrasó buena parte del santuario, se apropió de la Veracruz, la colocó bajo su trono y la usó como escabel en señal de desprecio, humillación que los pueblos cristianos no podían digerir y por eso hubo varios intentos de rescate, hasta que en el 628, por fin el emperador Heraclio logró vencer a Cosroes y recuperó la Veracruz, que fue llevada en procesión solemne a Jerusalén y se entronizó de nuevo en el lugar al que pertenecía.
Desde entonces cada 14 de septiembre, fecha del desagravio, se festeja la Exaltación de la Santa Cruz, fiesta que celebra en todo el mundo la Iglesia católica. Por eso hoy, 14 de septiembre, recordemos que la Santa Cruz es el símbolo de la victoria de Nuestro Señor Jesucristo, sobre el pecado y la muerte.