Encuentro con los desplazados internos

“Los sigo mirando, veo sus ojos cansados, pero luminosos, que no han perdido la esperanza”

En Colombia conocemos de primera mano el fenómeno del desplazamiento urbano, familias y hasta poblaciones enteras que vagan por su país como si no fuera de ellos, que no pueden asentarse en ningún lado porque la violencia se los impide, esta misma situación es la que viven en Sudán del Sur muchas comunidades, desde hace décadas. De este encuentro del papa Francisco con los desplazados internos del país nos quedan maravillosas reflexiones sobre lo que hay que hacer para generar un cambio, y sin duda nos queda el corazón dolido por las preguntas inocentes de niños que no entienden por qué su presente es tan desesperanzador.


Comencemos hablando sobre lo que significa ser cristiano en Sudán del Sur, su cultura es una mezcla de cosas que en muchos casos perjudican el pasado, lo destruyen, y no solamente obviando costumbres, lenguajes y linajes, también destruyendo de forma física a su población. En una primera instancia pudimos escuchar a la Representante Especial Adjunta del Secretario General, Coordinadora residente y Coordinadora humanitaria Sara Nyanti, quien en un  discurso lleno de dolor y verdad le recordó, o más bien, le expuso al mundo cómo es de grave la situación en este país, “más de 2 millones de personas están desplazadas en todo el país y otros 2 millones son refugiados fuera del país; Sudán del Sur ocupa el cuarto lugar en las listas de la crisis de desplazados más desatendidos del mundo, también es la mayor crisis de refugiados de África”

Foto tomada de: Vatican Media

Aquí no solamente evidenciamos un detrimento de la población, también esta Representante nos comparte con sumo dolor el daño medioambiental al que el país se está teniendo que enfrentar, un país agricultor, donde toda su población está acostumbrada a labrar la tierra y vivir de ella, pero “el impacto acumulado de 4 años consecutivos de lluvias por encima de lo normal, ha contribuido a destruir y perjudicar la vida y los medios de subsistencia de la población, estas crisis climáticas agravan la ya de por sí grave situación”, esto nos debe mover, nos debe incitar a cuidar nuestra tierra y la de nuestros hermanos, la casa común que el papa Francisco tanto menciona se está perdiendo, está quedándose sin recursos y lastimosamente, unos países, que deberían ser ricos por su fertilidad, están quedando en la deplorable situación de la hambruna y los desastres naturales constantes.

 

A esto hay que sumarle la triste situación de seguridad que viven en Sudán del Sur, una mirada rápida al discurso de Nyanti nos deja saber el miedo con el que viven estas personas a diario, mujeres vulnerables y ultrajadas, hombres asesinados, niños vendidos y con su infancia robada, un panorama que solo causa desolación, pero lo bello de los pueblos heridos, pero no muertos, es su resiliencia, y esto lo destaca la Representante al decirle estas palabras de despedida al papa Francisco, que si bien son cortas lo dicen todo, “Con su visita mi esperanza se renueva (…) le doy las gracias”.

Foto tomada de: Vatican Media

Pasamos ahora al segundo momento del evento cuando hablaron 3 de los niños que habitan estos campos para refugiados, o que podríamos decir, que los padecen, porque sus condiciones además de precarias, son peligrosas y problemáticas, estos niños con la dulzura e inocencia que representa esa edad, en la que todos los niños del mundo se parecen, donde cada uno tiene la mirada iluminada por ese descubrir, nos cuentan entre líneas sencillas pero abrumadoras preguntas como “¿por qué sufrimos en el campo para desplazados?”, o también recibimos algún tímido reclamo sobre lo imposible de vivir la infancia al decir “no hay suficiente espacio para jugar al fútbol”, y con el corazón triste y un nudo en la garganta, sentir que no hay respuesta para las preguntas, ni solución para esas pequeñas cosas que hacen tan grande la existencia.


Aún así, no todo está perdido, como lo demostraron estos 3 niños, la juventud se abre paso entre la miseria, la soledad y el marginamiento, y los niños nos comparten sus sueños más íntimos, como el querer estudiar, el poder imaginar un futuro mejor; además nos dan lecciones de esperanza, con mensajes como “sabemos que eres un gran líder (refiriéndose al papa Francisco) porque a pesar de tu dolor en la rodilla has venido a estar con nosotros, trayendo esperanza y un mensaje de paz”, como lo compartió en su breve discurso una niña que se le notaba no le daba miedo mirar al futuro.

Foto tomada de: Vatican Media

Y luego de estos testimonios tan conmovedores sobre la realidad de un país que nos debería doler a todos, intervino el papa Francisco con su mensaje de esperanza, e invitó a cada uno de los asistentes a ser semilla de paz, árbol de unión y limpieza de la contaminante violencia. También, recalcó con unas palabras dolorosas la realidad de las tradiciones perdidas de un país en guerra constante, “un gran número de niños, nacidos en estos años, solo han conocido la realidad de estos campos, olvidando el ambiente del hogar, perdiendo el vínculo con la propia tierra de origen, con las raíces, con las tradiciones”, pero su mensaje no se queda solo en la crítica, el Papa alienta a estas generaciones a trabajar por su país, “los veo a ustedes que tienen las manos vacías pero el corazón lleno de fe, a ustedes que llevan dentro un pasado marcado por el dolor pero no dejan de soñar con un futuro mejor”.

 

“Sin pasado, no hay futuro (…) si bien la narrativa de estos años estuvo caracterizada por la violencia es posible, más aún, es necesario, inaugurar una nueva (…) narrativa del encuentro, donde lo que se ha sufrido no se olvide, si no que esté habitado por la luz de la fraternidad” y dentro de este llamado a ser hermanos, el Papa nos comparte una metáfora que alegra el alma y la apacigua luego de estar triste por estos niños que solo quieren vivir, diciendo, “pueden extender su mano y experimentar que están enraizados en su misma realidad y ahí es necesario recomenzar para redescubrirse hermanos y hermanas, hijos en la tierra del Dios del cielo, padre de todos” y así lograr lo que él llamó “la belleza de una fraternidad reconciliada”.

 

Para concluir entonces evidenciamos que el llamado de esta jornada es a la fraternidad, a no aportar más violencia al mundo sino antes bien, a formar familia, hogar y a regalar amor en las palabras. Esto lo compartió muy bien el Arzobispo de Canterbury Justin Welby, cuando en la oración que elevó en su intervención dijo, “Señor Jesús que huiste de la persecución cuando eras niño, has conocido la confusión y el caos, te enfrentaste a la crueldad de tu pueblo, en la cruz tú moriste por tus enemigos y nos trajiste a todos a una nueva vida eterna, concédenos tu humildad y tu santidad, y camina con nosotros por el sinuoso camino de la cruz que nos conduce al gozo eterno contigo”, y quedemos además con esta frase del papa Francisco, que para estos tiempos nos propone un mensaje de amor que tanto necesitamos: “Aunque los conflictos, la violencia y los odios hayan arrancado los buenos recuerdos de las primeras páginas de la vida de esta república, sean ustedes los que vuelvan a escribir la historia de paz”.

 

Testimonio de los niños del campo de desplazados

 

“Hago un llamamiento a nuestros líderes, de esta gran nación de Sudán del Sur, para que traigan paz duradera, amor, unidad y prosperidad a nuestro país”

 

“Te queremos papa Francisco, gracias por amar a Sudán del Sur”

 

Discurso del papa Francisco

 

“Solo con la paz, la estabilidad y la justicia podrá haber desarrollo e integración social, pero no podemos esperar más”

 

Informa: Ana María Velásquez . Realizadora

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