Elevo el pensamiento
Conmemoración a nuestros fieles difuntos
Elevar el pensamiento, que bonita manera de decirlo: Hoy elevo mi pensamiento por ti hermano del alma, madre única, padre amado, hijo a quien extraño, amigo que te fuiste pronto…
Elevo mi pensamiento para tratar de traer tu rostro o, mejor, para contemplarlo en el estado en que se encuentra: lo imagino resucitado, lleno de vida, en la habitación que el mismo Jesús preparó para ti.
Me duele la ausencia, pero me alegra esta serena certeza de saber que has vuelto a los brazos amorosos de quien te dio la vida.
Por dentro se rompe mis ser, pero permanezco confiado en que no habitas la nada, sino en que has vuelto al Padre.
Hoy elevo mi pensamiento por los buenos momentos, por los recuerdos atesorados, por los abrazos que sí nos dimos y por los te quiero que no se silenciaron.
Dice Teresita del niño Jesús que la vida es un instante en medio de dos eternidades. Ya has vuelto tú y un día volveré yo y entonces nos reunirá el Señor en su abrazo cálido y eterno.
Déjame tomarme este instante para sentirte nuevamente, porque tu perfume ha quedado, tu sonrisa y tu voz.
Hoy vuelvo a decirte te amo, y si en algún momento quedó algo por perdonar o ser perdonado, siéntelo saldado, porque Dios nos ayuda al efecto y en Él nos volveremos a encontrar sin los trazos del defecto.
Elevo el pensamiento para hacer una oración, por ti, para que el Señor te sostenga en sus brazos, en los mismos en los que te dejé y, por mí, para que me sostenga en el consuelo que sólo ÉL puede darme.
Elevo el pensamiento y te siento en un estado de plenitud que nadie puede revelar, sólo esta comunión que nos integra y que me hace prever desde aquí la gloria en que te encuentras ya.
Un minuto para hacer memoria de tu Pascua y de la luz que ahora te ilumina, aquella que no se acaba, porque desde entonces te inunda por siempre. Amén.
Por: Alejandro Morales