El Pequeño Crucifijo

La historia del Señor de los Milagros de Buga

Cada  14 de septiembre celebramos la fiesta al Señor de los Milagros de Buga, fiesta que es celebrada desde 1580 gracias al testimonio del milagro que vivió una mujer, que por su generosidad con el prójimo fue protagonista del milagro de Buga. 

La historia se remonta a este pueblo Guadalajara de Buga, por donde pasa el río Guadalajara , para la época, este lugar era un caserío y allí vivía una india anciana que se dedicaba a lavar ropa en aquel río. Ella era una mujer muy devota y estaba reuniendo dinero para comprarse un Cristo al que rezarle todos los días. 

La Indigena  con su trabajo y esfuerzo logró reunir el dinero que necesitaba y se dirigía a llevarlo al Cura que le conseguiría la imagen que ella tanto quería. Mientras iba en camino, pasó junto a ella su vecino llorando porque se iba ir preso dado que debía 70 reales, él  era un hombre de familia y un hombre honrado, la mujer al ver su situación y con su pensamiento caritativo se conmovió y los 70 reales que había conseguido para su Cristo se los dio a este hombre.

Días después, la mujer se encontraba en el río haciendo sus labores diarias y una fuerte corriente puso ante ella un crucifijo de madera que ante los ojos de esta humilde mujer era una joya más valiosa que cualquier otra. Ella llena de alegría improvisó un altar para su Cristo y lo guardó en una cajita de madera. 

Una noche la mujer escuchó golpes en donde guardaba el Cristo, ella despierta y la sorpresa cuando el pequeño crucifijo había crecido completamente alcanzando cerca de un metro de altura.  La noticia de aquel milagro fue conocida por todo el caserío y llevando a que muchos devotos fueran a visitar la imagen y esta fue deformada dado que le quitaban pedacitos de madera para llevarlo como una reliquia. 

 

La imagen fue mandada a quemar y a destruir, sin embargo, al llenar de fuego el crucifijo comenzó a sudar y la imagen se volvió mucho más hermosa de lo que era. De allí surge la devoción al Señor de los Milagros de Buga, imagen mediadora para que Jesús interceda con sus favores milagrosos. 

 

El río en donde llegó aquel crucifijo, luego de que las aguas cambiaran de cauce fue el lugar para construir el templo del Santo Cristo que luego en 1937 fue nombrada Basílica del Señor de los Milagros de Buga por el Papa Pio XII.

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