El amor de un hermano
"Quien ama a Dios, ame también a su hermano." 1 Juan- 4
Tener un hermano es uno de los más grandes tesoros que podemos disfrutar en la vida. Ese vínculo de sangre hace que la hermandad sea una bendición. No hay alegría más grande que la de poder contar durante toda nuestra existencia con esos seres que nos regalaron nuestros padres para caminar juntos el camino de la vida.
Pero como en toda relación humana; la hermandad hay que cultivarla para que la armonía, el cariño y el respeto estén siempre presentes. En TU DULCE COMPAÑÍA los invitamos a abrazar a sus hermanos, a recordarles lo importante que son para cada uno de nosotros…y sobre todo a amarlos…en vida!
Esta invitación también se hace extensiva a los padres, para que eduquen a sus hijos en la igualdad, para que no permitan que se presenten esas preferencias y comparaciones que se convierten en el caldo de cultivo para que haya celos y rivalidades entre los hermanos.
No olvidemos además que a los ojos de nuestra fé no sólo es mi hermano quien tiene mi misma sangre; pues Jesucristo nos enseñó que el sólo hecho de ser Cristianos necesariamente nos debe llevar a mirar a todo ser humano que me rodee como a un hermano. Por ende, la empatía, la misericordia, la unión y la fraternidad debería ser con todas y cada una de las personas que se nos cruzan en el camino.
Si estás alejado o molesto con tu hermano, te proponemos acercarte a él y demostrarle con palabras y con hechos lo mucho que significa para tí. Visítalo, llámalo, escúchalo, propicia encuentros. El amor fraterno se debe expresar en vida hermano, en vida.
Si alguno dice: «Amo a Dios», y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve.
Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano. 1 Juan- 4
Por: Olga Patricia Umaña Arroyave
