![](https://televid.tv/wp-content/uploads/2023/09/A-Viva-Voz-Tele-VID-1-scaled.webp)
El amor : origen y fin de todo
![](https://televid.tv/wp-content/uploads/elementor/thumbs/A-Viva-Voz-Tele-VID-1-scaled-qbxiu8l7hnz313b8te7lrjj28ix7q0zdw5dm72bk5k.webp)
De viva voz
A todos nos sucede que cuando recibimos una buena noticia, nos impulsa el deseo de comunicarla, de decir a otros eso bueno que ha pasado o, nos ha pasado: corremos, salimos presurosos, ansiamos el momento de poder contarlo. Algo así pasa con quienes se encuentran con Jesús desde el fondo de su ser. Encuentran una vida tal, tan nueva, que por eso, porque la experimentan, desean compartir con otros esa experiencia, para que también ellos tengan vida en su nombre. A este deseo y a este propósito real de comunicar a otros la experiencia de Dios, o digámoslo de otra manera, de educar en la fe, muy pronto se le llamó Catequesis, palabra que en griego, significa, instruir de viva voz. Podríamos parafrasear el sentido para afirmar que un catequista es aquel que instruye de viva voz o aquel que instruye con voz viva. Anunciar lo bueno trae satisfacción y gozo, deseo de transmitir aquello que ya vivimos, por eso el anuncio del Evangelio se hace con voz viva, alegre, con entendimiento e inteligencia, con sabiduría y prudencia, con amor y misericordia, y entonces, el resultado de ese anuncio así, de esa manera, con voz viva, suscita la fe, la hace germinar, la despierta, la hace aparecer, para bien de todos.
No hay Iglesia si no hay catequesis, si no contamos la buena nueva que es el Evangelio, si no hacemos una predicación misionera, si no encontramos razones para creer, si no celebramos juntos los sacramentos, si no damos testimonio, si no nos unimos como comunidad.
No anunciamos de viva voz lo que hemos recibido para aumentar el número de cristianos en el mundo, no, sería, un propósito muy simple y en cierto modo, sin sentido. Lo hacemos para crecer sobre todo interiormente, para hacer crecer en cada ser humano el don de Dios que ya habita en cada uno, para que nadie se quede sin el gozo de esta certeza de un Dios habitándolo y a la vez moviéndolo en servicio y donación a los demás. El Reino de Dios se extiende por su belleza intrínseca, porque es Él, el mismo Dios, quien hace la obra. Nosotros somos apenas instrumentos en sus manos que agradecemos de ser tal cuál somos, por la alegría enorme que alberga nuestro corazón al sentirse herido de un amor que supera todos los amores y, por ello, lanzados al anuncio.
Ahora, cada época reclama un tono de voz particular para el mundo que quiere escuchar esta palabra de salvación, de sanación, de consuelo y de vida. Pablo VI, por ejemplo consideraba el Concilio Vaticano II como el gran catecismo de los tiempos modernos y lo sigue siendo hasta ahora, pero además los sínodos, las exhortaciones de los Papas y cada palabra que se pronuncia en los sencillos salones parroquiales de todo el mundo, en los comedores de las familias, en los grupos apostólicos, son hoy la voz que se pronuncia a las generaciones presentes.
Que nuestra voz sea la voz del Señor, y que su aliento sea nuestra existencia, para que muchos puedan escuchar el agradable susurro de Aquel que nos ha creado y al que un día volveremos envueltos en su infinito amor.
![alejandro alejandro](https://televid.tv/wp-content/uploads/elementor/thumbs/alejandro-q36j2dymky3jwkt4zc81etq25xkz9krj8g5gdq6oc8.jpg)
Por: Alejandro Morales