Un llamado a la humildad y al servicio

El Señor cena con sus apóstoles y le lava los pies.

En la cena del Señor, conmemoramos la última comida que Jesucristo compartió con sus discípulos antes de su crucifixión. Durante esta cena, Jesús instituyó la Eucaristía, en la que el pan y el vino se disolvieron en su cuerpo y su sangre. Los Católicos celebramos la cena del Señor como una oportunidad para renovar nuestro compromiso con la fe, recordando el ejemplo de humildad y servicio que Jesús nos dio al lavar los pies de los discípulos.

El lavatorio de los pies, también conocido como el mandamiento del amor, es un gesto de servicio humilde y amoroso que Jesús realizó durante la Última Cena, al lavar los pies de sus discípulos, Jesús asume la importancia del servicio y el amor a los demás, incluso a aquellos que se consideran menos importantes.

Normalmente en nuestros templos católicos, la ceremonia del lavatorio de los pies se lleva a cabo durante la ceremonia de la cena del Señor, donde un sacerdote lava los pies de doce miembros de la congregación, en representación de los doce apóstoles. Este acto simboliza la humildad y el servicio que se espera de los cristianos.

Imaginemos la siguiente escenario, el  Jueves Santo, durante la Misa de la Cena del Señor, el párroco de nuestra comunidad decide lavar los pies a 12 miembros de la congregación; niños, hombres, mujeres, ancianos, ricos, pobres, blancos o negros, sin importar su posición económica o color de piel,  el sacerdote se arrodilla ante cada uno, vierte agua sobre sus pies y los seca con una toalla. Al hacerlo, el sacerdote no solo está replicando el acto humilde de Jesús, sino que también le recuerda a la comunidad la importancia de servir a los demás con amor y humildad.

An overview of Christian Holy Communion that includes unleavened bread chalice wine other symbols associated with Jesus Christ

El simple acto de lavar los pies en la celebración de la Cena del Señor, nos recuerda a todos que la vida cotidiana y la fe cristiana, no se tratan solo de creer en Jesús, sino también de emular su ejemplo de amor, servicio y humildad especialmente a los que están marginados o en necesidad. Estos actos de servicio no son solo una representación simbólica del ejemplo de Jesús, sino que también son una expresión práctica de nuestra fe y nuestro compromiso de seguir sus pasos.

 

Está celebración también nos recuerda el poder de la comunidad y la importancia del apoyo y cuidado mutuos. Así como Jesús compartió su última comida con sus discípulos, nosotros también estamos llamados a compartir en comunión unos con otros, a apoyarnos y animarnos unos a otros,  a trabajar juntos hacia una visión compartida de un mundo mejor, también nos desafían a examinar nuestras propias vidas y a preguntarnos cómo podemos servir y amar mejor a los demás. Nos recuerda que nuestra fe no es solo un asunto privado, sino un llamado a la acción, un llamado a marcar una diferencia positiva en la vida de los demás.

Por: Cristian Molina Gallego

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