El Santo Padre comienza hablando sobre el Viaje Apostólico a Kazajistán que realizó la semana pasada para participar en el VII Congreso de los líderes de las religiones mundiales y tradicionales, iniciativa de Kazajistán que “se presenta al mundo como lugar de encuentro y de diálogo, en este caso a nivel religioso y, por tanto, como protagonista en la promoción de la paz y de la fraternidad humana.”

Francisco en el discurso sobre su viaje apostólico habla de los momentos que vivió en Kazajistán, comenzando con el congreso cuando discutió y aprobó la Declaración final, además “este viaje me ha permitido encontrar a las autoridades de Kazajistán, donde pude hablar a los gobernantes, a los representantes de la sociedad civil y al cuerpo diplomático y a la Iglesia que vive en esa tierra.”

Mencionando la iglesia de Kazajistán el Santo Padre resalta lo alegre que se siente de “encontrar una comunidad de personas contentas, con entusiasmo. Los católicos son pocos en ese vasto país. Pero esta condición, si es vivida con fe, puede llevar frutos evangélicos: sobre todo la bienaventuranza de la pequeñez.”

Con el pequeño rebaño en su viaje celebró La Eucaristía.  “En un mundo en el cual progreso y retroceso se cruzan, la Cruz de Cristo sigue siendo el ancla de salvación: signo de la esperanza que no decepciona porque está fundada en el amor de Dios, misericordioso y fiel. A Él va nuestro agradecimiento por este viaje, y nuestra oración para que sea rico de frutos para el futuro de Kazajistán y para la vida de la Iglesia peregrina en esa tierra.”