Ángelus domingo 11 de septiembre
El Papa Francisco en el ángelus del pasado domingo 11 de septiembre en la plaza de San Pedro habló sobre el evangelio de San Lucas (Lc 15, 1-32) el cual se basa en las tres parábolas de la misericordia.
Acogen este nombre porque en ellas se muestra el corazón misericordioso de Dios. Jesús las relata con este nombre en respuesta “a las murmuraciones de los fariseos y de los escribas, que decían: “Este acoge a los pecadores y come con ellos” (v. 2), se escandalizaban porque Jesús estaba entre pecadores.“
El evangelio de San Lucas “nos revela que Dios es justamente así: no excluye a nadie, desea que todos estén en su banquete, porque ama a todos como a hijos, a todos, nadie está excluido, nadie”. En la parábola del evangelio se menciona a tres personajes, el pastor que busca la oveja, una mujer que se le perdió una moneda y el padre del hijo pródigo con lo que el Papa Francisco reflexiona sobre Dios con sus hijos: “ Dios: no se queda «tranquilo» si nos alejamos de Él, se aflige, se estremece en lo más íntimo y se pone a buscarnos, hasta que nos vuelve a tener en sus brazos. El Señor no calcula la pérdida y los riesgos, tiene un corazón de padre y madre, y sufre por la ausencia de sus hijos amados.”
El Santo Padre concluye con varias preguntas para reflexionar sobre nuestras relaciones: “¿Rezo por quien no cree, por el que está lejos, por el que está amargado? ¿Atraemos a los alejados por medio del estilo de Dios, este estilo de Dios que es cercanía, compasión y ternura? El Padre nos pide que estemos atentos a los hijos que más echa de menos. Pensemos en alguna persona que conozcamos, que esté cerca de nosotros y que quizá nunca haya escuchado a nadie decirle: «¿Sabes? Tú eres importante para Dios». Tú eres importante para Dios: hay que decirlo. Tú no lo buscas, pero Él te busca.