Tras su visita conmovedora a los niños discapacitados de la Escuela Hermanas Alma, el Papa Francisco se desplazó a la explanada de Tasitolu (Timor Oriental) para presidir la Santa Misa. El Santo Padre fue recibido con una danza tradicional que marcó el inicio de este encuentro al que asistieron aproximadamente 600.000 feligreses.
La liturgia de la palabra inició con la proclamación de la Primera Lectura, tomada del libro del profeta Isaías. Acto seguido se cantó el Salmo 112 y se escuchó la lectura del Santo Evangelio según San Lucas. Inspirado por las Escrituras, el Santo Padre Francisco, durante su homilía, resaltó que “Dios hace brillar su luz salvadora a través del don de un hijo”, además afirmó que el nacimiento de un niño es un momento de alegría que nos renueva en el bien y devuelve la pureza y sencillez.
Durante la celebración litúrgica se rindió homenaje a la Santísima Virgen María como Reina. El sumo pontífice la veneró como “la madre de un Rey que quiso nacer pequeño, hacerse nuestro hermano”. En su mensaje, el Santo Padre destacó que es hermoso el palpitar y bullir de los niños en cada rincón de Timor, “es un don inmenso, renueva constantemente nuestra energía y nuestra vida”.
Antes de concluir la Santa Misa, el cardenal Virgílio do Carmo da Silva dirigió unas palabras de agradecimiento al Santo Padre Francisco por su visita y le otorgó un regalo en señal de gratitud. Asimismo, el sumo pontífice recalcó que él no puede olvidar ese pueblo que está al costado del camino y más si es iluminado por la sonrisa de sus niños.
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“Les deseo la paz”, Papa Francisco al pueblo de Timor.
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