El Santo del día
9 de noviembre
Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
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Oración por la preservación de la Basílica de San Juan de Letrán
Que el espíritu de unidad y fraternidad que emana de la Basílica de San Juan de Letrán nos inspire a trabajar juntos en la construcción de un mundo más justo y compasivo. Que podamos, como comunidad de creyentes, compartir tu amor y tu mensaje de esperanza con aquellos que más lo necesitan. En este día, te pedimos que protejas y preserves esta Basílica, así como todas las iglesias y lugares de adoración alrededor del mundo. Que sigan siendo refugios de paz y reflejos de tu gloria. Te agradecemos, Señor, por la riqueza espiritual que encontramos en la Basílica de San Juan de Letrán, y te pedimos que nos guíes en nuestro viaje de fe. Que podamos seguir tu voluntad y ser testigos vivos de tu amor en el mundo. Te lo pedimos en el nombre de tu Hijo, Jesucristo, quien es el fundamento de nuestra fe.
Amén.
A pesar de que en el año 312, la Divina Providencia lo asistió en la batalla del Puente Milvio, al mostrarle la cruz en el cielo e indicarle que con ese signo vencería al cónsul Majencio y aunque tras la victoria, promulgó en el 313 el Edicto de Milán, mediante el cual abolió la persecución contra los cristianos y les dio permiso y tierras para construir templos en todo el imperio y luego patrocinó la peregrinación de su madre santa Elena, a Tierra Santa, de donde trajo la Veracruz y le permitió construir la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén y además convocó y presidió el Concilio de Nicea –primer concilio ecuménico de la cristiandad– en el año 325; el emperador Constantino no se decidía a ser bautizado hasta que la muerte empezó a rondarlo y entonces pidió ser llevado a esa hermosa basílica lateranense en la que recibió el agua bautismal y varios meses después, el 22 de mayo del año 337, murió en la paz del Señor.
Ese hermoso templo, construido por Constantino (junto al palacio Lateranense, la residencia oficial del papa Melquíades, que le había sido regalada al pontífice por el mismo emperador), fue inaugurado y consagrado al Santísimo Salvador, por el papa Silvestre I, en el año 324 y de hecho se convirtió en la sede del Obispo de Roma y en el corazón de la cristiandad: por eso ni el saqueo a que fue sometido por los reyes Alarico y Genserico en el siglo V; ni el terremoto del año 846, que lo semidestruyó y fue reedificado por el papa Sergio III; ni el exilio de los papas en Avignon; ni la reconstrucción ordenada por Sixto V, en el siglo XVI, que conllevó la destrucción de las antiguas estructuras; ni las sucesivas restauraciones, pudieron cambiar ese privilegio porque oficialmente sigue siendo la sede y cátedra del Obispo de Roma.
Esta iglesia que tiene 130 metros de longitud y oficialmente se llama: Catedral Papal y Archibasílica Patriarcal Mayor y Arciprestal del Santísimo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Evangelista en Letrán, posee cinco naves en las que se distribuyen las dos capillas de los copatronos san Juan Evangelista y san Juan Bautista. La central está flanqueada por flamantes nichos en los que se encuentran empotradas las espléndidas estatuas de los doce apóstoles. Un monumental baldaquino gótico, –del que pende un elaborado relicario que guarda los cráneos de san Pedro y san Pablo–, protege el altar mayor, que según la tradición, contiene fragmentos de madera y de la piedra de ara original, sobre la que celebraban la eucaristía san Pedro y sus sucesores y es por ello que el único que puede oficiar misa en él, es justamente el obispo de Roma, y en el fondo de la basílica, está el ábside –espacio en forma semicircular–, presidido por la cátedra (que es una silla de mármol con adornos en relieve e incrustaciones de marfil), desde la que los papas dirigieron cinco concilios ecuménicos y la bóveda de este sitio está adornada por un mosaico en cuyo centro aparece el rostro de El Salvador, circundado por ángeles.
Todo el interior de la magnificente basílica, que fue restaurado por Francesco Borromini en el siglo XVI, es la muestra de arte religioso más exquisito de la Iglesia Católica. Por ser el templo más antiguo de la cristiandad y por ende la primera sede de los papas, se le reconoce y considera como la Madre y Cabeza de todas las Iglesias de la Ciudad de Roma y de toda la Tierra. Por eso, hoy 9 de noviembre, día de la dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, roguémosle a Dios que le conceda salud y sabiduría a nuestro papa, para que desde esta venerable sede episcopal, siga rigiendo sabiamente los destinos de la Iglesia, por mucho tiempo, amén.