El Papa Francisco inspiró a los Jóvenes en Lisboa

Como el aire fresco que llega del Océano Atlántico a Lisboa, así ha dejado el Papa Francisco, un aire renovador en los miles de jóvenes que asistieron a la Jornada Mundial de la Juventud este año.

Se le vio feliz y muy sonriente desde el saludo del Presidente de la República y los niños que le dieron la primera bienvenida, hasta el encuentro con los servidores que organizaron el magno evento. Y no era para menos, llegaba a la romántica Lisboa, después de una larga espera para asistir a la cita.

Estar allí significaba mucho, porque luego del anuncio que hizo en el 2019 en Panamá, sobre la siguiente Jornada que sería en Portugal, donde tambièn estaría Pedro, ni él, ni los jóvenes presentes, ni el mundo, se imaginaban que la fecha debería ser postergada a causa de la inesperada pandemia que tomaría por sorpresa a todos. Pandemia nunca vivida por las generaciones más recientes que trajo grandes preguntas, temores y desafíos a la humanidad.

Los jóvenes necesitaban esta JMJ, el Papa necesitaba esta JMJ, todos la anhelábamos. Porque era la oportunidad para decirnos mutuamente que estamos juntos, que nos acompañamos, que hay esperanza y que los jóvenes tienen la capacidad de renovarlo todo, porque se han dejado renovar por Aquel que hace nuevas todas las cosas.

Un nuevo impulso, un nuevo aire, que vuelve a desafiar las realidades actuales, toda vez que nuevamente el Papa alzò la voz para cuestionar el manejo de los recursos, hablando especialmente al continente europeo, al que lanzó con urgencia una pregunta: “hacia dónde navegas Europa”:

“Menos aún las armas más sofisticadas, que no representan inversiones de futuro, sino el empobrecimiento del verdadero capital humano, el de la educación, la sanidad, el estado de bienestar. Es preocupante cuando uno lee que en muchos lugares se invierte continuamente en armamento, en lugar de hacerlo en el futuro de los hijos”.

Foto tomada de: Vatican Media
Foto tomada de: Vatican Media
Foto tomada de: Vatican Media

Pero como buen Pastor, el Papa siempre abre puertas y muestra horizontes más amplios:

“Sueño con una Europa, corazón de Occidente, que utilice su ingenio para apagar focos de guerra y encender luces de esperanza; una Europa que sepa reencontrar su alma joven, soñando con la grandeza del conjunto y yendo más allá de las necesidades de lo inmediato; una Europa que incluya a los pueblos y a las personas, sin perseguir teorías ni colonizaciones ideológicas, respetando su propia cultura”,

Más de 800.000 jóvenes estaban allí, representando a cientos de miles más que en la distancia se unieron en oración o participaron por medio de la radio, la televisión, la prensa o las redes sociales. Cada joven presente, quería ofrecerle al santo Padre un abrazo con especial afecto, y él lo devolvía  de muchas maneras, sobre todo insistiendo con un mensaje incluyente.

“En la Iglesia hay espacio para todos, en la Iglesia ninguno sobra, ninguno está de más, hay espacio para todos, así como somos, todos. Y esa es la Iglesia la madre de todos. El Señor no señala con el dedo, sino que abre sus brazos; nos lo muestra Jesús en la cruz. Él no cierra la puerta, sino que invita a entrar; no aleja, sino que acoge”.

Foto tomada de: Vatican Media
Foto tomada de: Vatican Media
Foto tomada de: Vatican Media

Momentos conmovedores como las cartas llegadas desde distintos lugares, leídas por los mismos jóvenes, en las cuales se planteaban las grandes preguntas de fondo. Silencios que revelan el peso y el dolor de aquellos que sufren a causa de la guerra, reflejados por ejemplo, en las lágrimas de la adolescente ucraniana que le ofreció su corazón desgarrado al Papa, en un escrito motivado por la participación de su padre en el conflicto.

La JMJ es encuentro, peregrinación, evangelio y fiesta, sin olvidar los dolores y las cruces de los jóvenes en el mundo actual. El Viacrucis del viernes fue el espacio propicio para reconocer las heridas del alma, tanto que el Papa les dejó una pregunta: 

«Voy a hacer un poquito de silencio y cada uno le diga a Jesús por qué llora en la vida, cada uno de nosotros se lo dice ahora, en silencio”.

Foto tomada de: Vatican Media
Foto tomada de: Vatican Media
Foto tomada de: Vatican Media

Pero no los dejó sumidos en la tristeza, les recordó que Jesús camina con cada uno de ellos y con ternura enjuga sus lágrimas.

Cuando se entiende esto, se alcanza un gozo inconmensurable a tal punto que, como María, quien lo experimenta, se levanta enseguida y va de prisa en ayuda de otros.

 

“Y entonces yo tengo que llevar esa alegría a los demás, pero esa alegría que nosotros tenemos, también otros nos prepararon para recibirla. Ahora miremos para atrás todo lo que hemos recibido. Lo que hemos recibido y lo que han preparado, todo eso ha preparado nuestro corazón para la alegría. Todos. Si miramos hacia atrás, tenemos personas que fueron un rayo de luz para la vida: padres, abuelos, amigos, sacerdotes, religiosos, catequistas, animadores, maestros…”

Así los jóvenes recibieron un nuevo aire y fueron lanzados a una misión activa en un mundo que les necesita, más conectados, no tanto con la tecnología, sino con la realidad que los circunda y compromete.

Una gran JMJ en una ciudad hermosa que se lució con la belleza de cada momento y que sin duda será motor de transformación para los próximos años.

Por: Alejandro Morales  – Coordinador de programación Tele VID

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