La o las personas que nos dieron como legado la Fé en Dios son con las cuales deberíamos estar totalmente agradecidos en esta vida. Claro!, y es que cómo no agradecer que nos regalen la dirección que debemos tomar; que nos brinden un sentido para nuestra existencia. Cuando afirmamos: «la vida sin Dios no tiene sentido» estamos diciendo algo cierto, algo real. Ninguna persona y ninguna pertenencia nos dará la felicidad que tanto anhelamos y merecemos, porque la única y verdadera felicidad está en centrar nuestra vida en Dios, en dejarnos acompañar de ÉL, en pedirle que nos ayude en nuestros momentos de dificultad, en tener certeza de Dios para que cada día de nuestra vida tenga un sentido.
Qué vacío sería que nuestra existencia solo estuviera centrada en atesorar recursos económicos o en buscar la felicidad y el placer permanentes. No, quienes creemos en Dios sabemos que nuestra vida va mucho más allá de los asuntos terrenales y justamente por esa misma FÉ intentamos cada día, de la mano de Dios y de la Virgen María, ser mejores seres humanos: justos y compasivos; para así poder lograr tener una vida eterna.
Por: Olga Patricia Umaña Arroyave